24 oct 2011

El Primer Amor.



La vida nos sorprende con las cosas menos esperadas. Las arenas del tiempo trazan un camino imborrable en lo mas profundo de nuestro ser; y, siempre nos recuerdan que, no en vano, de vez en cuando hay que darle vuelta al reloj… y ver lo que sucede. No existe un fin, sin un nuevo comienzo.

El día de ayer, mientras estaba barriendo la grama frente a la casa, escuche que dijeron: “Fran… hola”. Yo estaba de espalda, pero al escuchar el tono suave de esa voz, giré la cabeza, y por encima de mi gorra pude observar una silueta femenina que se acercaba. Al mirarla, noté unos grandes lentes que impedían verle el rostro; y al parecer, mostré una cara de desconcierto. Ella se dio cuenta, y se quitó rápidamente sus lentes… y fue en ese preciso momento que pude ver un rostro que no había visto en unos 20 años: Era mi primer amor; la hermana de uno de mis mejores amigos de infancia (y mi entonces, preciosa “vecinita”).

La llamé por su nombre, cómo olvidarlo; y, la saludé con una enorme sonrisa. Ella, hermosa como siempre, y con el mismo rostro angelical desde niña. Hablamos poco tiempo, pues había ido a ver a su mamá... cuantos buenos recuerdos, en una fracción de segundo. El primer amor va más allá de lo platónico y de lo físico. Según algunos, es el único amor verdaderamente puro que sentimos, pues, es un sentimiento desconocido que nos marca por toda la vida. La idealización de ese alguien que se esconde bajo la ilusión de la juventud eterna. El encanto de la simple mirada y un beso en la mejilla, nos dejaba atontados y viendo estrellas. Nos quitaba el hambre y, a la vez, nos alimentaba de sueños. Al ver a aquella hermosa mujer frente a mí, di gracias a Dios por haberla cruzado en mi camino, cuando ni siquiera había un camino. La pregunta de de hoy, es: ¿Sabes qué pasó con tu primer amor?

P.d. Tontos románticos, los que aún vivimos con una sonrisa en el rostro (en nombre del amor). Somos felices con tan poco que, a veces, no sé qué pensar. De ahí, que necesite sentir las cosas. 

2 comentarios:

soy... dijo...

De refilón, porque estoy en la oficina (recuerda, de ingenieros, eh?) veo que tu lado "femenino" -expresion machista que indica que somos rudos, que nos gusta el beisbol y admiramos el boxeo- está a flor de piel. Cosa buena, porque aunque se burlen, es la necesidad de sentir la que nos empuja a decir; contamos porque lo necesitamos, pero tambien porque lo vivimos. No hay nada tan completo como aquel ser humano que vibra de emoción empujando una carretilla llena de concreto y a la par, canta una tonadillas a la chica que lo amema...

Ni nada tan humano como cuando recordamos. Para Herman Hesse, los recuerdos dolorosos son parte de nosotros, porque queman huellas en el alma, y más si el alma es noble; esos malos recuerdos, según él, se repiten una y otra vez simultaneamente en nuestro consciente e inconsciente, haciendo que se mantengan vívidos y cercanos. Yo digo que sí, pero también no. Tu reciente experiencia dice que los tiempos, sean cortos o efímeros, si son buenos, quedan endebles en nuestro interior.

Y no sigo porque me estoy perdiendo.

Gracias y un saludo.

Fran dijo...

Jajajaja… amigo, así es la vida actual (“Juyendo”). La mujer, causa absoluta de nuestra existencia (y de nuestra perdición) es el “invento” más maravilloso que existe. Su esencia, es el alfa y el omega de nuestra inspiración. No se trata de machismo o feminismo, es pura “humanidad” lo que nos empuja como “hombres” a escribir sobre lo que sentimos.

Herman Hesse… fue un hombre culto, pero, su mentalidad estaba limitada a un empirismo social de la época (bastante difícil, por cierto), lo que lo marcó profundamente como escritor. Quizás, vio en “Demian”, el exorcismo de sus propios demonios internos. Yo, contrario a Hesse, creo que aún desde lo más oscuro se puede encender una luz. Si te fijas, debajo del título de este blog hay una frase que escribí al comienzo: “Una palabra en sí no importa, lo que importa es su significado. Un Ático nace de la esperanza de aquello que no queremos olvidar, o de aquello que queremos que sea eterno. Así nace una amistad, así surge el amor, y así perdura la vida: de pequeños momentos... que duran para siempre”. Dentro de estas palabras, yace el secreto de la vida.

Gracias por comentar; y, un saludo para usted, también.