El mundo se
puede acabar mañana… o en cinco millones de años. Puede ser el Sol, mega
terremotos, volcanes, tsunamis, armas biológicas, nucleares, epidemias, etc. En
astrofísica hay una premisa elemental: el Universo es un caos. Técnicamente, la
humanidad es un “milagro”, cuyo equilibrio es bastante delicado. Dicho de otra
manera: si comparamos nuestro planeta con un huevo de gallina, toda la tierra bajo
nuestros pies (superficie sólida) tendría el equivalente en masa al grosor de la
cáscara… así de “delicado” es este asunto. Todo
lo relacionado al Apocalipsis maya parece basura comercial, porque es basura
comercial. La gente le teme a Dios (o a la Naturaleza), le teme a sus
semejantes (con justa razón); pero, sobre todas las cosas, las personas le
temen a lo desconocido. Y aquí entra en juego nuestro “incentivo” apocalíptico.
Vivimos
en un año 2012 “apocalíptico”, que no tiene nada de apocalíptico, pero que ha
impulsado varias economías “rezagadas” (no solo a EEUU) en base al temor
(inducido) sobre el fin del mundo. Por cierto, ya las tormentas solares
“apocalípticas” que: “acabarán con las tecnologías de la humanidad” y “nos
devolverían a la edad de piedra” no serán en este año (2012); ahora, según los “expertos”
serán en el 2014 (sí, ahí se descartaron de un plumazo más del 40% de las
teorías apocalípticas). Si estoy vivo en el 2014, apuesto a que luego dirán que
serán después. Y al final, les dirán la verdad: “las tormentas solares han existido siempre, gracias a ellas nuestro
planeta obtiene la energía necesaria para rotar (sí, como un “motorcito
eléctrico”) y sin ellas, sí que estaríamos (apocalípticamente) acabados”. Las
tormentas solares son tan naturales como la estrella que las produce.
Técnicamente, son la base de nuestra existencia, ya que dichas tormentas recargan
nuestro “planetita”, y sí, de ahí nuestros polos magnéticos (ahora debe usted
estar diciendo: “ahhh, por eso la
polaridad del planeta”). Y la única verdad es que si nuestros satélites no
fueran tan “delicaditos”, no pasaría nada.
A simple vista,
la visión apocalíptica de nuestra extinción, lejos de ser una cuestión
sociológica, religiosa o científica: es, simplemente, parte de una “nueva”
mercadotecnia que se fundamenta en un consumismo especializado, como forma de
sustento de una determinada estructura socioeconómica. (Por cierto,
esa “mercadotécnica” es viejísima y poco original, antes le llamaban temor de
Dios, el fin de los tiempos… y si: Apocalipsis (pelao, sin mayas)). En este
punto hay que diferenciar a los preppers o preparadores de los
supervivencilistas, por meras cuestiones económicas. Los
supervivencilistas, (técnicamente todos los dominicanos lo somos), son personas
que emplean los medios y recursos disponibles para subsistir. En cambio, los
preparadores o preppers, son personas que manifiestan una conducta (traumática)
con predilección inducida hacia una existencia (vida) sustentada en un
consumismo pasivo, que va desde la acumulación de alimentos hasta el estudio
metódico de técnicas de “supervivencia” variadas, a los fines de evitar una
determinada situación “apocalíptica”, la cual “podría” llegar (teorías y escenarios apocalípticos, los hay de sobra). Ellos (preppers) pasarán toda su vida (y la de su familia) con este “estilo de vida” de consumo de productos), aspecto que los diferencia de los supervivencilistas, ya que estos, solo invertirán lo que tienen disponible. En cambio, los preppers, al margen de ser unos miles: invierten millones, y consumen por miles. Por cierto, si el
mundo se va a acabar mañana, paso o la semana que viene: ¿a quién le importa? Todos
vamos a morir, es una ley elemental de la vida (y no hay que ser científico, ni
mercadólogo para saberlo). Y usted se preguntará qué tiene que ver dos tipos de
personas con la experimentación masiva de este “temor apocalíptico”.
La respuesta
está en los medios de comunicación (entiéndase: prensa escrita, televisión,
cine, Internet, etc.). Y no se trata de la recesión económica de la eurozona,
ni de la desaceleración de la economía norteamericana (nuestra madre, en
asuntos económicos). El problema son
los chinos (jajaja… me parezco a esos tipos de mediados de siglo
pasado); me explico: no se trata de la
cantidad de personas o de la nación (deben andar por los mil trescientos
millones de personas), sino, del crecimiento
exponencial de su economía. Todo el mundo sabe que, en palabras llanas,
Estados Unidos y otros países, le debe hasta la madre a China. (Los chinos
seguidores del Apocalipsis maya… están verdaderamente desinformados). Para
nadie es un secreto que la economía norteamericana tiene un fuerte sustento en
la “guerra” (armamento, equipos, tecnología), pero eso lo dejo ahí, para que no
me cierren el blog. La cuestión está en que con el paso de los años, los
Estados Unidos fueron ganando enemigos de todo tipo, y como siempre, durante décadas
se han hecho consultas entre diferentes grupos respecto de las mejores opciones
para la subsistencia del “imperio” (no me refiero al término desde una óptica
económica, sino desde el punto de vista histórico nacionalista) y la solución
fue sencilla: ante una teórica división/aislamiento cada ciudadano/a o aliado,
debe estar preparado para defenderse individualmente frente a una agresión
externa. Gracias a ello, disponemos de herramientas “militares” a nivel civil.
De pertrechos “ilimitados” (de todo tipo) a nivel comercial. Cualquier niño,
tiene un videojuego “Shooter” con el cual maneja y conoce cualquier tipo de
armamento “elite” y estamos plagados de películas y series sustentadas
(científicamente) en probables y/o hipotéticos escenarios catastróficos. Aquí, mis estimados es que los preppers y los supervivencialistas entran en juego, “consumiendo” productos a escala industrial, y generando activos que dinamizan las economías “rezagadas”, por no decir, que las sostienen.
Aquí abro un paréntesis:
ni las armas ni los videojuegos son el problema, el problema está en la falta de
educación, en la falta de respeto a la familia, y en la carencia de valores que se viene exparsiendo desde la década de los 90's.
Todos los seres humanos somos máquinas asesinas; la diferencia, esa civilidad
que nos inculcan como entes sociales, radica en que nosotros (humanos) anteponemos el instinto racional frente al impulso (irracional) en el momento de un conflicto. Al hablar del “fin del mundo”, los comerciantes apocalípticos obviaron
el elemento humano de la ecuación, y gracias a ellos, cientos de personas
mueren a diario producto de la ignorancia, la codicia y el temor. No hay que ser
un genio, ni tener “herramientas” para sobrevivir ante cualquier hipótesis Apocalíptica. Pero, además, ¿por qué hay que temer a la muerte?... si es lo más natural de la vida.
No gaste su dinero en kits, refugios o herramientas: invierta en su familia y en se una mejor persona.
P.d. Hace décadas, fue la crisis de los misiles en Cuba (aún hay gente que vive dentro de bunkers), luego Chernobyl, el 11 de Septiembre... hoy, es el Apocalipsis
maya. La única verdad es, que siempre habrá algún “vivo” que quiera engañar a los demás a costa del miedo a lo desconocido. Este planeta tiene una vida útil de varios millones de años más (si lo cuidamos).