26 oct 2020

A mis 42.

Este domingo, cumplí mis 4.2 décadas (Risa). Gracias a Dios, en familia. Desperté con un dolor en la rodilla izquierda (soy zurdo, rodilla de presión del basket y el skate); y, lo primero que me vino a la mente fue: es la edad!!!! (Risa). Sin embargo, un segundo después, recordé que de los 15 kilómetros del día anterior, unos dos: fueron trotando, y unos 300 metros corriendo a máxima velocidad (la mascarilla limita)… lo que me lleva al viejito y a este post. 

Cada año reflexiono sobre una experiencia vivida. Si, la “viejitud” no es un concepto per se; pero, se acerca a la conceptualización de las “mañas” humanas y la edad. Digamos que, llegué al punto en que era el más rápido de los “walkers” (gente que camina de forma pura; me preocupa que no he visto a 3 en estas últimas semanas; aunque, hay muchas niñas bonitas); bueno: olvide el sexo o la edad: junto conmigo llegó a “caminar” un ancianito… bajito, delgado, como de 75 años… bueno, debía ser un demonio mesopotámico, porque el viejo “caminaba” como “flash” (Si, el tipo rápido de Marvel; es decir, tenía “casi” mi velocidad). Nos pasamos unos 10 kilómetros de sana competencia “lado a lado”, hasta que lo “rebasé” de regreso en el kilómetro 9 (si, lo reconozco, soy un “poquito” competitivo)… cuando le pasé por el lado, el don estaba casi en coma (hasta le fallaba una pierna; pensé, que se pondría “malo”; y, yo: tranquilito con mi musiquita). Nada, dejé al viejito “botado”, giré dentro del parque, y llegué a la avenida para cruzar; semáforo en rojo (70 segundos de espera); y, cuando miro a mi izquierda, el tierno ancianito, se lanzó entre los carros como un LOCO… simplemente: “para cruzar, antes que yo”. Que cómo lo sé, cuando cruzó (5 metros a mi izquierda, miró a ver si yo había cruzado). En su mente retorcida, él: me había ganado. (Risa)

Al día siguiente, domingo… día de supuesta tranquilidad y de buena música electrónica. Misma hora, mismos “competidores”… salvo, que el viejito, comenzó a “trotar” (Hahaha, con trampa tod@s ganan)… pausa a la historia: un día, meses atrás yo quería correr, me puse una mascarilla “desechable” y a los 200 metros, estaba totalmente saturada de sudor (genero mucho calor, risa), fue el único día en TODA la pandemia que me quité la mascarilla en el Mirador por unos minutos… me estaba asfixiando, literalmente. Me tomó unos 9 días acostumbrarme a correr con mascarilla de goma… y, solo se puede unos 2 kilómetros (tengo 42, recuerde… risa). En fin el viejito “trotante”…lo dejé ir (a los 200 metros, miraba a ver mi distancia); sin embargo, a los 3-4km ya lo había alcanzado (tampoco era que quería que se atiesara, o le diera un paro); así, que hice mi más noble gesto de humanidad: al ponerme a su lado, corrí como si mi vida dependiera de ello (nada que ver con medir hombría… risa). Y lo más triste: no miré hacia atrás (si me alcanzaba, no era humano). Cuando dí la primera vuelta en el km. 5, le había sacado unos 400 metros. Le pasé por el lado y, muy noblemente, le dije: “buenas tardes”. Ahora que lo pienso, tengo unos días sin verlo… ¿Se habrá ofendido? 

Este año de pandemia, viendo a las personas, me di cuenta de que NO CAMBIAN (ni con la edad, ni con la experiencia... algo triste). Puedes decirles que se cuiden, y siguen siendo imprudentes: he visto miles de personas sin mascarilla, sin distanciamiento. He visto tantas cosas y escuchado historias… bueno, lo más raro de todo es que, cuando vestía de negro, las personas me temían (y se ponían sus máscaras). Hoy, con ropa “colorida” hago que las mujeres se quiten la máscara (risa) ¿Nuevo superpoder? (Hahahaha) Este año, llegué a cocinar con toga y birrete puesto (esperando audiencia virtual); perdí a mi mamá por neumonía (un problemita que Dios y yo ajustaremos en algún momento); sin embargo, he cuidado de los míos lo mejor que he podido. Y, debo agradecer a Dios, por mantenerme vivo. Voy por 17 kilómetros diarios los fines de semana, aún me canso pasados los 15km; aunque, los hago constante (todos a la misma velocidad: disciplina). Sin embargo, entre ir al gym (arriesgar a mi familia) y la libertad del Mirador (lo están poniendo bonito y seguro; aunque, oscurece más temprano): prefiero, la seguridad del aire libre. Es cierto, las personas, solo son personas: tratando de vivir. El COVID-19, nos ha enseñado la fragilidad “social” a todos los niveles; sin embargo, la “libertad” social solo ha causado rebrotes en todo el mundo. Pero nada, felicidades, para mi

P.d. El Mirador se ha vuelto a llenar de skaters (varones y hembras); las patinadoras siguen siendo hermosas (vi una “dancer” el otro día... solo he visto a 2 en un año: cuando nadie las “ve”, bailan con el viento, todo un espectáculo); los ciclistas de MB han comenzado a viajar por las piedras y el área verde en su ruta; los demás, en su carril, salvo alguno que otro; se han calmado las hordas de personas (grupos de 30-50), aunque los “mellizos y trillizos” (personas que caminan al lado de los otros) siguen siendo “salvajes” 8 de cada 10. Pero nada, he ayudado a los que he podido, he “rescatado” algunos perritos y he orientado a quienes me lo solicitan. De esto, se trata la vida: dar lo que somos. He visto personas, raparse la cabeza, engordar por la tensión; enfermarse de los nervios; llorar. Y, a todas y todos, solo les doy un consejo: salga a caminar. Puede encontrar muchas respuestas a lo largo del camino. Salga seguro, mantenga distancia; y, agradezca la vida. Y nada, solo morimos una vez; sin embargo, tenemos la oportunidad de vivir: cada día. Salud para usted, mi lector o lectora: sin importar el tiempo. :D