Con los años, nos llegan nuevas
responsabilidades. Familia... amigos... trabajo... trabajo... y, trabajo. Pero,
lo cierto es, que cada momento de la vida tiene su propio encanto y su propia motivación.
Y, no se trata de ser mas fuerte, mas ágil o mas "inteligente" que
otros. Se trata de cómo nuestro mundo cambia para adecuarse a nosotros mismos. Digamos que, la vida tiene tres caminos básicos, y no importa cuál de ellos usted tome, llega el momento en que reflexiona sobre:
lo que tiene, lo que necesita y lo que anhela (o sueña). No lo niego, esas tres
variables confluyen, se separan, y... hasta se mezclan. Pero, en esencia, la
experiencia es lo que nos define y define nuestro rumbo. Y esa experiencia solo
se logra: viviendo (sin comillas).
Algunas personas comenten mil errores para
llegar a un solo logro; otras, lo logran: al primer intento. Algunos, se
desesperan por cosas que no necesitan, que no controlan y que no comprenden;
otros, agradecen lo que sea que la vida les envíe... aún sea, un simple gesto. Vivimos en un mundo de sueños, que se
desintegran para forjar nuevas ideas, nuevas metas y nuevos logros, que nos empujan por
un camino sin retorno: la vida. Es, literalmente, una sinfonía de sentimientos e ideas que
buscan organizarse hacia la materialización de algo muy simple, llamado:
voluntad.
La voluntad, nos forja. Nos mantiene incólumes
ante la negatividad y el pesar de una realidad cada vez más pesimista de guerras,
destrucción, corrupción. Pero eso no es nada, en comparación con el desastre
que significa: "crear un mundo, y encerrarte en el". Y es a eso, a lo
que aspiran muchas de nuestras sociedades modernas: a mentes abrumadas por el consumo,
por la competencia, por el miedo. Y yo, me pregunto: ¿Por qué no podemos
abrumarnos por hacer a otros felices? (familia), por evitar que comentan nuestros errores (amigos); ¿Por qué no podemos aspirar a un mundo de igualdad y libertad sin un "control"
internacional? (existencia, plenitud)
¿Acaso una idea revolucionaria para acabar con
las enfermedades con el hambre y con la pobreza extrema del mundo, no merece más
oportunidad que el control de la "temperatura" del mundo o el
mercado petrolero? He avergonzado a cientos de personas en sus diferentes áreas, por hacer cosas que se supone no se podían resolver, y tan solo soy un tipo
ordinario. Entonces, ¿Por qué limitar la sed humana por progresar, orientándola
hacia una cultura transnacional de "zombies come tecnología"
(consumistas), en vez de incentivar la creatividad e innovación?
Las personas buscan amor, felicidad, progreso;
pero, pasan su vida trabajando como esclavos, descuidando a su familia, e
hipotecando su futuro. Buscan vivir de las apariencias, compitiendo con sus "amigos"
y familiares; para luego, acabar en el mismo lugar en donde comenzaron décadas
atrás. Gracias a Dios, y a todo lo que he aprendido en estos 37 años, estoy
seguro de una cosa: no cambiaría nada de lo que he hecho hasta ahora. Por qué,
porque en algún punto de mi vida aprendí a hacer de mi vida algo personal, aprendí
a doblegar el tiempo (sin luchar contra el), aprendí a dar lo suficiente para
lograr las cosas, pero guardando lo mejor para mi; aprendí a creer en las personas, cuando ni siquiera ellas lo hacen; aprendí a que las sombras son solo una prueba de la luz;
aprendí que lo que hace hermosa a una mujer no es su apariencia, sino sus
gestos; aprendí a enamorarme de esos detalles únicos que la hacen única; aprendí a tropezar, y a levantarme
sonriendo; pero, sobre todo, aprendí que nosotros merecemos tantas
oportunidades como necesitemos para llegar hacia nuestro fin supremo: vivir nuestra única vida.
Y nada, todas estas tonterías son solo las incoherencias de un hombre de 37 años con mucho sueño (son las 11:50 p.m.; y yo, soy diurno), quien se auto felicita por su cumpleaños
con una simple frase: "confía en tu instinto, aún no ha fallado". (risa implícita)