Tener peces como
pasatiempo, resulta en algo divertido. Aunque a veces, debemos medirnos. Ya
hace tiempo me había quejado de mis gupicitos (Guppy: poecilia reticulata). Si,
esa pequeña plaga post apocalíptica (deben sobrevivir a todo) que tanto nos
gusta en nuestros acuarios y estanques.
La cuestión es
que diez pequeños peces, pasaron a ser unos 600 en poco menos de un año. Nada
de otro mundo. Sin embargo, al cabo de un recuento a los 90 días, me arrojó lo
que calculé en MILES de bichitos (varias libras). De ahí que, tal situación me diera una nueva
visión sobre el crecimiento exponencial de la humanidad y de por dónde vamos en
este pequeño hábitat al cual llamamos Tierra.
Está claro que
no maté un solo pez, a pesar de la abundancia. Tuve que moverme entre varios
acuarios para repartir tremenda cantidad y terminé con una docena de Kois. Sí
esos pecesitos japoneses que crecen casi del tamaño de un japonés (jajaja). Es
broma, solo crecen unos 80 cm
o menos (unas 30
pulgadas ); pero, todo depende del lugar de crianza y la
alimentación. Eran los únicos peces que no había tenido... aún me faltan los Discos, pero eso es: luego.
Debo decir que son más rápidos que los goldfishs de cola simple
(Cometas y Shubus); pero, son “cariñosos” cuando tiene hambre. En fin, me quité
el problema de los guppis; pero dejé unos cuantos Orange Sunshine… debo buscarles un nuevo
hogar, antes de que exponencialmente agoten el espacio. Y nada, me encantaron la mutaciones de color y el cruce de variedades.
P.d. La naturaleza siempre busca la forma de sorprendernos.