Un Oceano de Memorias.

A veces me río de mi mismo, ya que aunque me quejo por tener que hacer ciertas cosas, termino haciéndolas por igual. Soy hombre de resultados, no de metas. Para algunos, los sueños e ideas solo son una forma de conformarse consigo mismo respecto de su realidad; a ellos se les llama idealistas: los que vislumbran una meta… que jamás verán cumplida. Para mí, la idea solo es el comienzo de lo que hago.

¿Qué tiene que ver esto con el post No. 100 del Atico?

Sencillo, si puedo decir una de mis virtudes, diría que soy perseverante. Soy firme en lo que me propongo, frente a todo lo que se cruce por mi camino. He salido de Blogger 3 veces por más de una semana (Tragedia Bloggeriana), pero siempre vuelvo, y así soy en mi vida, me gusta terminar lo que comienzo y deformar las cosas hasta obtener el resultado que quiero. Dije que llegaría a 100 entradas decentes en este blog, y creo que las he cumplido. Hoy debería estar brincando de la alegría por llegar a este post con unas 3 semanas de antelación a lo planeado, pero no me siento así. Ya cumplí la meta, siempre lo hago. Pero ahora me pongo a reflexionar sobre todo lo que me espera en adelante como profesional y como hombre. Sin alargar mucho el asunto, veré que escribo para este post:

Si pudieras ver la vida a través de los ojos de alguien que se encuentra sentado en un parque, notarías que la misma transcurre lo suficientemente despreocupada como para disfrutar el momento y lo suficientemente rápida como para observar cada cosa que sucede en el parque. No es solo un lugar lleno de árboles, las personas no son solo semejantes que conviven día a día. Si miras alrededor podrás ver niños jugando, alguien estará leyendo, una pareja de novios, algunos amigos charlando, y entonces te darás cuenta de cómo en un solo momento todas esas vidas se cruzan en un mismo punto y en un solo lugar: TU.

Es un poco difícil tratar de comprender el hecho de que cada persona es especial en sí misma, que cada uno de nosotros marca la diferencia en una infinidad de vidas y situaciones que afectamos por el simple hecho de estar ahí. ¿Qué estaría usted haciendo, sino estuviera leyendo estas palabras? ¿Cómo sería la vida de todos ustedes si nunca hubiese existido este blog? ¿He marcado la diferencia en alguien? ¿He dejado de ser egoísta y tendido mi mano a alguien que lo necesita? Y lo más importante: ¿Ha valido la pena? Estas son solo unas cuantas preguntas que uno mismo se hace como Bloguero y sin importar la respuesta, me siento bien conmigo mismo por lo logrado en este espacio. Esto no se trata de cambiar el mundo, ni de fama o premios, se trata de compartir, como siempre digo; así como de entretenernos y aprender de nosotros como personas que tenemos este VICIO MALO en común: BLOGGER.

Llegar hasta aquí, hoy, no ha sido fácil. Las circunstancias poco importan, pero el resultado está ahí: El Atico tiene 100 entradas. Para algunos, no son nada; pero para el que los escribe son como pequeñas fichas de un rompecabezas, entrelazadas entre sí. Son en cierta forma, mis Memorias. Forjamos con nuestras acciones nuestro propio destino, cada post escrito, es una pequeña huella de mi camino: como hombre y como persona. Se trata de ver, por encima de todo, el resultado de nuestras acciones y saber realizarlas lo mejor posible.

La verdad, no sé. Ha sido un océano de memorias plasmadas cada una con su propia finalidad. Ya no tendré días fijos para escribir, no sé como me haré cuando comience las clases. Pero, sigo aquí; y seguiré aquí mientras pueda. Quién sabe y encuentre algún día la pieza faltante del rompecabezas de mi vida: mi señora. Ahí cambiará todo. Mientras tanto, debo preocuparme por asegurar mi futuro. Cien entradas no son nada, lo que verdaderamente tiene valor es el significado de las palabras que contienen.

Hoy terminaré el post con esta oración, que leí en un viaje que hice hace poco al interior del país, mientras me comía un rico queso de hoja:

“Señor, concédeme serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar; valor para cambiar lo que puedo; y sabiduría para reconocer la diferencia”. San Francisco de Asís.