28 feb 2010

Comenzar de Nuevo.



Ya no tengo tanto tiempo como antes para dedicárselo a temas “profundos” del alma; pero, quiero terminar los posts de Febrero con un aspecto interesante de nosotros los seres humanos: nuestra habilidad para comenzar de nuevo.

Las heridas del alma son las que dejan las más profundas cicatrices, pero el tiempo lo cura todo. A veces, las cosas funcionan, otras no. Y no solo se aplica al amor o a la amistad. A veces, queremos ayudar y terminamos armando un tremendo lío. También, creemos poder hacer que algo funcione, pero nos damos cuenta de que hay cosas que están más allá de nosotros… Así es la vida. Un viejo maestro me enseño que, a veces, resulta más importante formular la pregunta, que la propia respuesta. La pregunta sale de ti: de tu percepción, de tus incógnitas y de tu forma de palpar esa realidad que te rodea.

Y lo cierto es, que mas allá del método empírico, del ensayo/error y de la autocrítica, la mente humana busca de forma incesante obtener ese estado de paz llamado armonía. Recuerdo cuando aprendí una técnica budista para golpear muros de concreto con los puños (jajaja, aún lo hago de vez en cuando). Cuando comencé yo quería ser el más fuerte del mundo (cosa de hombres); pero, con el paso de los años fui aprendiendo algo que solo aprenden los monjes golpeando esos muros de concreto: mientras más furioso estás, mas te duele cada golpe. (Claro, a excepción de columnas de concreto reforzado… siempre duelen). El punto es, que tales golpes no se enseñan para lastimarte o lastimar a otros, se enseñan para canalizar un flujo energía. Y sí, se siente bien: puedes hacer vibrar las paredes de una casa con un buen golpe… pero no te lastimas. Mas bien, te liberas.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esos golpes del budismo zen con los “tropezones” de la vida? Son básicamente lo mismo. Para seguir el camino de la vida o para poder comenzar de nuevo, debemos encontrar cierta armonía con nosotros mismos. Debemos dejar a un lado todo aquello que nos corroa por dentro el alma y debemos canalizarlos en aras de obtener esa tranquilidad que nos permitirá seguir adelante. Debemos perdonarnos a nosotros mismos antes de intentar lanzar un primer golpe. Y debemos evitar lanzar golpes con rabia o con temor, ya que quienes saldremos heridos seremos nosotros mismos. Por último, debemos aprender a golpear muros (metafóricamente hablando) para canalizar nuestra energía en un momento dado.

Una vez estamos en paz con nosotros mismos, podremos seguir adelante y comenzar de nuevo. Cada día es una nueva oportunidad de hacer las cosas de una forma distinta y mejor. La vida es un don maravilloso y debe ser respetada. Debe existir una proporcionalidad entre lo que hacemos y lo que pensamos. Un golpe a un muro no se trata de hacer daño: se trata de llevar una armonía hacia donde no la hay. Y así sucede en la vida. Si nos quedamos estáticos esperando que las cosas cambien por sí mismas, pocas veces sucederá. Debemos intervenir, tratando de comprender la existencia misma de las cosas. La vida se trata de decisiones y consecuencias. Debes estar en paz contigo mismo antes de seguir adelante, sino, no habrá un rumbo fijo que te oriente, pues el pasado te seguirá al presente y marcará tu futuro. Comenzar de nuevo, solo depende de ti.

4 comentarios:

Haydée Trujillo dijo...

Buenisismo!

Caos dijo...

Toda una lección del conocimiento de la vida. Espero regreses pronto.

Maru dijo...

se te extraña!!

Fran dijo...

Mi querida Marú, hoy paso como un relámpago por allá :)