Antes que nada: Feliz navidad (pasada) y un próspero año nuevo (presente) para tod@s. En fin, dadas las circunstancias existencialistas, psicofácticas y ambientales de nuestro planeta, yo, gran señor todopoderoso de mi vida, decidí tomarme unas merecidas vacaciones navideñas (cosa que no había hecho en años). Y lo cierto es que... casi me maté... Jajajjajaja.
Santa Claus (y el niño Jesús) les dejaron a mis sobrinos varones el día 25 de diciembre una interesante pieza de ingeniería mecánica: Dos magníficos Casterboard… de Ripstik (ver imagen de arriba). Dichas tablas endemoniadamente interesantes y mortales, me llevaron a la necesidad de recordar tiempos de antaño en el que era un Skaterboy. Sin embargo, quien ha tenido la osadía de probar una casterboard sabrá que incluso la cajita en que viene es bastante clara: “puede ocasionar graves heridas e incluso la muerte”… pero qué importa eso a la hora de disfrutar un regalo. Tiene un par de errores de diseño, pero se ha vendido como pan caliente ya que ejercita bastante el cuerpo y es absolutamente silencioso, ya que sus dos gomas nunca dejan de tocar el suelo (en teoría), contrario a los skateboards que hacen su típico ruido de “cajas de bola”.
Al día de hoy, mis sobrinos (luego de unos 20 estrallones diarios de promedio, por cabeza), son bastante hábiles (los entrené en obstáculos y giros). Yo, ese día, solo me dí un estrallón… y casi me maté. Pero, me levanté con una sonrisa en el rostro, porque la culpa la tuvo la señora del servicio, a quien, luego del lavado, se le ocurrió dejar el suelo del patio lleno de residuos jabonosos del detergente, lo que sumado a un pequeño movimiento involuntario (traté de levantar la goma delantera para doblar en un giro cerrado) termino como un accidente memorable. El resultado fue: un pie medio pelado (estaba descalzo cuando me monté... es mas comodo, aunque estos casterboard no tienen lijas como los skates sino “dientes” y los piés duelen al rato), un golpe leve en un brazo; y la verdad, no sé como no me rompí nada ya que el “guayón” que dí en el suelo cuando resbaló la goma trasera me dejó en caída muerta (vertical, de panza). Lo interesante de este diseño es que sus dos gomas giran libremente 360 grados, lo que hace que sea la gravedad y las oscilaciones del cuerpo (en direcciones opuestas) las que creen el empuje frontal, por lo que si le sumamos un angulo de inclinación unidireccional respecto a un giro, obtenemos una “barrida” óptima que resulta en mi estrallón... lo de levantar la rueda delantera (involuntario) era tratando de contrarestar la “barrida”, lo cual está directamente relacionada a la dimensión de la tabla (error de diseño). Nota para el futuro: eso no funciona. Cero piruetas, no está hecho para “adultos”.
Bueno, en fin, una vez curado de las “lesiones navideñas” (bautizadas como “el estrallón del año”... quizás del milenio), decidí volver a uno de mis “malos hábitos” que tenía pendiente desde hace meses… algunas personas beben, otros fuman; y yo, levanto pesas. Sip, volví a mi gimnasio luego de tres largos años de ausencia. Es cosa de salud... y nada, a ver si escribo.
P.d. Espero que un fin de semana de éstos mis sobrinos vayan a casa con sus casterboards... para montar otro poquito; al fin y al cabo: solo se vive una vez.
2 comentarios:
Gracias por el comentario que dejaste en mi blog. Por qué no pones una aplicación para poder seguirte?
Hola colega. Pasaré por tu blog en un momento. Lo de la aplicación, va contra las reglas. :)
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