Hay momentos en la vida en el que dos caminos se cruzan… por casualidad. Por una fracción de segundo, dos universos convergen en un mismo plano... y logran vencer las arenas del tiempo. Sin pasado y sin futuro, solo importa el presente, que perdura en un momento mágico de nuestra existencia.
Aquello se asemeja a un mensaje en una botella. Quien lo escribe, lo lanza al mar con la esperanza de que la corriente lo lleve a su destino, a un lugar incierto; o quizás, a la persona indicada. Dos caminos se cruzan por destino, es la simple realidad. Cada persona toma algo de nosotros y a la vez nos entrega algo a cambio. Algunos dirían que las cosas suceden por casualidad; y quizás, lo casual sea parte del destino. Lo cierto es, que tratando de comprender la telaraña de la vida: lo importante es: saber aprovechar el momento.
Cada cosa llega en su momento oportuno. Es así como suceden las cosas y los caminos cruzados toman, quizás, un mismo rumbo; o, tal vez, se cruzan ese único instante para compartir ese momento; y luego… jamás se vuelven a cruzar.
Durante el viaje, la botella puede romperse, puede perderse; y su mensaje... puede que no sea encontrado jamás. De ahí, que lo interesante de la vida es: ser curioso. Cruzarse por la mayor cantidad de caminos y saber encontrar el rumbo correcto. Una vez que lees el mensaje oculto en la botella, comprendes que... fue escrito para ti. Así empieza un nuevo viaje; y quién sabe, lo que cruzará por tu destino.
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