Si bien es cierto que nuestra vida no está vinculada a un
tiempo; es nuestro tiempo, el que conforma nuestra vida. ¿Cómo cuantificar la existencia
en relación al tiempo?... sencillamente, no es posible. Puedes existir un solo
momento y tener una vida plena; o pasar toda una vida en vano, sobreviviendo cada
día. Sin embargo, lo que motiva estas palabras es una interrogante más palpable
que una noción y más radical que una idea: ¿Podré fabricar más tiempo?
En perspectiva, el “tiempo”, como magnitud física, es un
elemento que nos acerca hacia la comprensión misma de la existencia de las
cosas. Un árbol puede durar miles de años “inmóvil”, creciendo a
merced de la simple complejidad del viento y el clima; así como una pequeña
tortuga, puede morir, sin haber llegado al mar… ambos, habrán vivido su tiempo.
La vida es, sencillamente, tiempo: caóticamente ordenado e insensiblemente
majestuoso. Dicho esto, la vida no se mide en segundos, meses o años: la vida
se mide en pequeños momentos, tal y como escribí hace muchos años en la frase
que titula este blog. Momentos, quizás, fraccionados al tiempo; pero, momentos incesantes que perduran en el recuerdo y escapan a su propio tiempo. Por
cierto, hace unos días este blog cumplió su sexto año (auto-felicitación
implícita).
A lo largo de la Historia, muchas personas nos hemos
preguntado si es posible alterar el tiempo. Parecería algo absurdo, hasta que
comparamos nuestra existencia con la de otras especies que nos rodean (animales
o vegetales)… digo, no caería mal vivir unos cuantos siglos, o ser inmortal (Nota:
debo escribir el post de los vampiros). Bueno, pero el tiempo es solo eso,
tiempo. Pero ello no evita nuestro más elemental razonamiento: sobrevivir lo
más que podamos. Lo cierto es, que aún cuando pudiéramos detener “nuestro”
tiempo: el Universo seguiría su curso lineal, ya que, nuestra materia (realidad)
es, literalmente, algo insignificante dentro de la escala existencial del
Universo. Pero, la cuestión es: si no puedo ralentizar el tiempo, ¿podré
manipularlo?
Bueno, el tiempo es una magnitud relativa. Un minuto de
felicidad, puede compensar meses de angustia. Una idea, puede durar una
fracción de segundo e inspirar toda una vida. En esencia, el tiempo no se trata
de medir o contar. Se trata, de una forma natural de comprender, de asimilar y
de sentir nuestra propia existencia. Lo que nos lleva a la cuestión subjetiva elemental:
¿cuánto valoramos el tiempo? De aquí, es que obtuve la respuesta a su “fabricación”:
el tiempo siempre está ahí, y será tan cambiante como nosotros queramos; ya que,
si bien llevamos una vida cuantificada longitudinalmente, su verdadera
importancia radica en el uso dado al tiempo que se nos da. Nosotros somos quienes fabricamos nuestra existencia. No hay necesidad de manipular el tiempo, solo necesitamos
aprender a aprovecharlo. Esta fue una de mis metas del 2012, y aunque he tenido
que dejar a un lado el ciberespacio, cambiar mi horario de trabajo y organizar mejor
mis herramientas (a veces, no las encontraba), he logrado equilibrar la balanza
de mi vida. Y en el camino, aprendí algo valioso, de lo cual escribiré en el próximo post.
“No valores el tiempo, valora tu tiempo.” J
2 comentarios:
Estoy buscando valorar mi tiempo.
El tiempo... le confieso que pensar en él es una de mis fobias, pero como una verdadera canceriana, me lo paso recordando el pasado o imaginando el futuro, sobre todo cuando el presente no es tan alegre... Muy buen post colega, estoy ansiosa por leer el próximo a ver cómo ha hecho el equilibrio. Nat.
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