19 dic 2012

Economías “Apocalípticas” del siglo XXI.




El mundo se puede acabar mañana… o en cinco millones de años. Puede ser el Sol, mega terremotos, volcanes, tsunamis, armas biológicas, nucleares, epidemias, etc. En astrofísica hay una premisa elemental: el Universo es un caos. Técnicamente, la humanidad es un “milagro”, cuyo equilibrio es bastante delicado. Dicho de otra manera: si comparamos nuestro planeta con un huevo de gallina, toda la tierra bajo nuestros pies (superficie sólida) tendría el equivalente en masa al grosor de la cáscara… así de “delicado” es este asunto. Todo lo relacionado al Apocalipsis maya parece basura comercial, porque es basura comercial. La gente le teme a Dios (o a la Naturaleza), le teme a sus semejantes (con justa razón); pero, sobre todas las cosas, las personas le temen a lo desconocido. Y aquí entra en juego nuestro “incentivo” apocalíptico. 

Vivimos en un año 2012 “apocalíptico”, que no tiene nada de apocalíptico, pero que ha impulsado varias economías “rezagadas” (no solo a EEUU) en base al temor (inducido) sobre el fin del mundo. Por cierto, ya las tormentas solares “apocalípticas” que: “acabarán con las tecnologías de la humanidad” y “nos devolverían a la edad de piedra” no serán en este año (2012); ahora, según los “expertos” serán en el 2014 (sí, ahí se descartaron de un plumazo más del 40% de las teorías apocalípticas). Si estoy vivo en el 2014, apuesto a que luego dirán que serán después. Y al final, les dirán la verdad: “las tormentas solares han existido siempre, gracias a ellas nuestro planeta obtiene la energía necesaria para rotar (sí, como un “motorcito eléctrico”) y sin ellas, sí que estaríamos (apocalípticamente) acabados”. Las tormentas solares son tan naturales como la estrella que las produce. Técnicamente, son la base de nuestra existencia, ya que dichas tormentas recargan nuestro “planetita”, y sí, de ahí nuestros polos magnéticos (ahora debe usted estar diciendo: “ahhh, por eso la polaridad del planeta”). Y la única verdad es que si nuestros satélites no fueran tan “delicaditos”, no pasaría nada.

A simple vista, la visión apocalíptica de nuestra extinción, lejos de ser una cuestión sociológica, religiosa o científica: es, simplemente, parte de una “nueva” mercadotecnia que se fundamenta en un consumismo especializado, como forma de sustento de una determinada estructura socioeconómica. (Por cierto, esa “mercadotécnica” es viejísima y poco original, antes le llamaban temor de Dios, el fin de los tiempos… y si: Apocalipsis (pelao, sin mayas)). En este punto hay que diferenciar a los preppers o preparadores de los supervivencilistas, por meras cuestiones económicas. Los supervivencilistas, (técnicamente todos los dominicanos lo somos), son personas que emplean los medios y recursos disponibles para subsistir. En cambio, los preparadores o preppers, son personas que manifiestan una conducta (traumática) con predilección inducida hacia una existencia (vida) sustentada en un consumismo pasivo, que va desde la acumulación de alimentos hasta el estudio metódico de técnicas de “supervivencia” variadas, a los fines de evitar una determinada situación “apocalíptica”, la cual “podría” llegar (teorías y escenarios apocalípticos, los hay de sobra). Ellos (preppers) pasarán toda su vida (y la de su familia) con este “estilo de vida” de consumo de productos), aspecto que los diferencia de los supervivencilistas, ya que estos, solo invertirán lo que tienen disponible. En cambio, los preppers, al margen de ser unos miles: invierten millones, y consumen por miles. Por cierto, si el mundo se va a acabar mañana, paso o la semana que viene: ¿a quién le importa? Todos vamos a morir, es una ley elemental de la vida (y no hay que ser científico, ni mercadólogo para saberlo). Y usted se preguntará qué tiene que ver dos tipos de personas con la experimentación masiva de este “temor apocalíptico”.

La respuesta está en los medios de comunicación (entiéndase: prensa escrita, televisión, cine, Internet, etc.). Y no se trata de la recesión económica de la eurozona, ni de la desaceleración de la economía norteamericana (nuestra madre, en asuntos económicos). El problema son los chinos (jajaja… me parezco a esos tipos de mediados de siglo pasado); me explico: no se trata de  la cantidad de personas o de la nación (deben andar por los mil trescientos millones de personas), sino, del crecimiento exponencial de su economía. Todo el mundo sabe que, en palabras llanas, Estados Unidos y otros países, le debe hasta la madre a China. (Los chinos seguidores del Apocalipsis maya… están verdaderamente desinformados). Para nadie es un secreto que la economía norteamericana tiene un fuerte sustento en la “guerra” (armamento, equipos, tecnología), pero eso lo dejo ahí, para que no me cierren el blog. La cuestión está en que con el paso de los años, los Estados Unidos fueron ganando enemigos de todo tipo, y como siempre, durante décadas se han hecho consultas entre diferentes grupos respecto de las mejores opciones para la subsistencia del “imperio” (no me refiero al término desde una óptica económica, sino desde el punto de vista histórico nacionalista) y la solución fue sencilla: ante una teórica división/aislamiento cada ciudadano/a o aliado, debe estar preparado para defenderse individualmente frente a una agresión externa. Gracias a ello, disponemos de herramientas “militares” a nivel civil. De pertrechos “ilimitados” (de todo tipo) a nivel comercial. Cualquier niño, tiene un videojuego “Shooter” con el cual maneja y conoce cualquier tipo de armamento “elite” y estamos plagados de películas y series sustentadas (científicamente) en probables y/o hipotéticos escenarios catastróficos. Aquí, mis estimados es que los preppers y los supervivencialistas entran en juego, “consumiendo” productos a escala industrial, y generando activos que dinamizan las economías “rezagadas”, por no decir, que las sostienen.   

Aquí abro un paréntesis: ni las armas ni los videojuegos son el problema, el problema está en la falta de educación, en la falta de respeto a la familia, y en la carencia de valores que se viene exparsiendo desde la década de los 90's. Todos los seres humanos somos máquinas asesinas; la diferencia, esa civilidad que nos inculcan como entes sociales, radica en que nosotros (humanos) anteponemos el instinto racional frente al impulso (irracional) en el momento de un conflicto. Al hablar del “fin del mundo”, los comerciantes apocalípticos obviaron el elemento humano de la ecuación, y gracias a ellos, cientos de personas mueren a diario producto de la ignorancia, la codicia y el temor. No hay que ser un genio, ni tener “herramientas” para sobrevivir ante cualquier hipótesis Apocalíptica. Pero, además, ¿por qué hay que temer a la muerte?... si es lo más natural de la vida. No gaste su dinero en kits, refugios o herramientas: invierta en su familia y en se una mejor persona. 

P.d. Hace décadas, fue la crisis de los misiles en Cuba (aún hay gente que vive dentro de bunkers), luego Chernobyl, el 11 de Septiembre... hoy, es el Apocalipsis maya. La única verdad es, que siempre habrá algún “vivo” que quiera engañar a los demás a costa del miedo a lo desconocido. Este planeta tiene una vida útil de varios millones de años más (si lo cuidamos).  

2 comentarios:

Ayi :) dijo...

Te puedo decir que viendo todo lo que esta ocurriendo en el mundo....estoy como los viejitos....esto se esta acabando.....no por el Apocalipsis, mayas etc...si no por todo lo que esta ocurriendo y como el ser humano a perdido el corazon y la cabeza....si no se acaba el mundo....algo debe pasar para que estos desastres no naturales dejen de ocurrir....

Fran dijo...

Imagino que te refieres a la masacre de Connecticut... creo que eso fue parte de algún "negocio". Es algo ilógico, aunque el muchacho supuestamente era esquizofrénico. Sin embargo, de lo que se habla es de bultos antibalas, profesores armados y control de armas.

Sin embargo, al día (en todo el mundo) matan cientos de inocentes por conflictos bélicos: y nadie dice nada :(

P.d. Tenemos el poder de cambiar el mundo.