El
fin de semana, mientras estábamos en un almuerzo familiar mi sobrina mayor
estaba viendo un programa de “reality show” (99.99% basura); y yo, me senté a
comer al lado de mi sobrinita frente a la tv (mesita). Sobra decir que el
control estaba a unos dos metros, y mi sobrina mayor se había parado de su
lugar (oportunidad de cambiar la tv). Bueno, dado que no alcanzaba la dije a mi
sobrinita, mientras extendía mi brazo y me concentraba: “aún necesito desarrollar mis habilidades telequinéticas”… y al
momento, el control remoto llegó
a mi mano; bueno, ella se paró a pasármelo (pero funcionó el concepto:
atraerlo a mi sin tener que pararme). En fin, mientras le explicaba a mi
sobrinita sobre la telequinesis, le planteé los aspectos del por qué al margen
de la ciencia ficción: no es posible.
En
primer lugar, siempre me gusta mencionar “The Matrix”, cuando el niño le dice a
Neo: “no es la cuchara la que se dobla,
eres tú mismo”. Y usted se cuestionará sobre el por qué menciono una
película en un tema de ciencia. Bueno, en esencia, la telequinesis consiste en
interrumpir el campo gravitatorio de la tierra. Así es, no se trata de levantar
una cuchara o un objeto; se trata, de generar ingravidez enfocada en un lugar
específico. Ahora bien, ¿puede un humano interrumpir físicamente la gravedad
del planeta para mover un objeto? Definitivamente, no. Y es por una
simple razón: la cantidad de energía necesaria para producir la “ingravidez” de
un objeto fuera de un espacio controlado es inmensa. Lo que equivaldría a que
solo un ser humano “atómico” (con suficiente energía radioactiva acumulada
dentro de los tejidos; y que, de algún modo transformara en electromagnética)
así entonces, podría “tratar” de enfocarla en un punto específico. Lo único
“malo” es que si sobreviviera, posiblemente mataría a cualquier ser vivo
cercano (por la radiación).
En segundo lugar, usted me dirá que ha visto “magos”, trucos y situaciones en las cuales el objeto se mueve, que Youtube está lleno de eso. Bueno, para eso tenemos imanes y electroimanes. Una anécdota graciosa que recuerdo es que en los años 70 una universidad de Estados Unidos adquirió un viejo generador eléctrico (enorme y “obsoleto”), sin embargo, lograron armar una cámara dentro de la cual los objetos “flotaban”, y me gustó la parte en la que introdujeron un vaso de foam (poliestireno) ligero y nada magnético… y sí, floto. La cuestión era, que el generador no hacía flotar nada: generaba un campo electromagnético tan grande que era capaz de interrumpir la gravedad terrestre… y, hacía flotar las cosas.
En fin, de nada vale en concentrarse en levantar el control remoto, es más fácil comprar un dron y adaptarle algún mecanismo para que nos trajera el control remoto a nuestra mano… a no ser que nos pase como a Enrique Iglesias… y, terminemos en cirugía, o con un novedoso corte de pelo. La moraleja es que un ser humano no debe ser tan vago de intentar atraer un control remoto solo con la mente: párese, compre una TV con comando de voz o pídalo a alguien. Por cierto, Samsung y LG han reconocido que sus Smart TV espían a sus usuarios y pueden grabar sus conversaciones o preferencias. ¿Acaso no hacen eso
¿Entonces,
podría un ser vivo hacer eso? No, moriría de cáncer o de autocombustión (tipo
microondas); ya que, nuestro cuerpo no es muy útil para manejar y almacenar
grandes cantidades de energía. Bueno, a no ser que algún genetista tomara adn
de células de una anguila eléctrica y la insertara, supongamos en una persona
(experimento ilegal; pero, si algo he aprendido es que locos (y dinero...
militar): hay de sobra en el planeta). Aunque conozco electricistas que tienen
las terminaciones nerviosas, literalmente: fritas (no les afecta algunos
voltajes de electricidad); pero, de ahí a generar un campo electromagnético,
eso es: pura ficción. Cualquier video o noticia que usted vea sobre el
tema: se trata de imanes, fluidos ferrosos, hilos, implantes bajo la dermis, o
soplidos: como en “charlie charlie”… por cierto, este “juego” me dijeron que es
para promocionar una película (gente vaga).