Hace muchos años, tuve la oportunidad de ver a un verdadero maestro, forjando un sable japonés (katana)… él tenía unos 70 años de edad. El proceso comienza con simples rocas molidas, las cuales son aplastadas y fundidas a mano poco a poco, hasta elaborar 2 tipos diferentes de acero: Acero duro para el filo de la hoja, y acero blando para el cuerpo del sable. El primero, lo mantendrá siempre filoso; y el segundo, evitará que se quiebre con los golpes. Toma semanas de preparación solo para la etapa de la fundición y el trabajo completo puede durar más de un año. Todos es importante, desde elegir bien las rocas de las que se extraerá el metal, hasta la leña que avivará el fuego.
La vida es un arte, no una ciencia. El herrero toma un rectángulo de acero blando, y al rojo vivo lo corta casi en 2 con una cuña; dentro de éste, introduce la barra del acero más duro… y comienza a martillar de forma simétrica y constante, plegando cada vez más el metal: durante horas. Templa la hoja varias veces durante el proceso, verificando la simetría y pulcritud de cada golpe. Una vez obtenida una burda pero simétrica hoja de metal curvado, comienza el verdadero trabajo.
Para afilar una katana se usan piedras de amolar muy particulares, más valiosas que el oro en algunos casos. El forjador se sienta durante días puliendo cada capa del metal con piedras cada vez más finas y duras, hasta transformar ese pedazo de metal en una hoja “perfecta” capaz de cortar en dos un cabello humano, sin esfuerzo alguno. Pero, una vez creada la hoja, se inicia el verdadero arte: crear la tsuka, la tsuba y la saya (empuñadura, guardamano y funda). Algunas piezas tardan meses en ser terminadas, otras, hasta años. Pero el punto de estas palabras no es el sable japonés o katana, sino su forjador.
Cuando estudié la casta samurai, hace muchos años, me llamó la atención su forma de ver la vida. “La vida en un respiro”: sí, como en “El último Samurai”. Causa risa el pensar como un grupo de campesinos, siglos atrás, se dedicaba a perfeccionar su vida con cada respiro. Cultivaban la Ciencia y la Literatura, porque en esencia forjaban el arte de vivir. Siempre recuerdo a la sakura (flor del cerezo), tan imperfecta individualmente; pero tan perfecta en su conjunto.
Al ver todo el proceso de forja, al buscar comprender lo que hay en la mente de cada forjador uno se da cuenta de que no se crea un arma. La espada en sí misma es solo una hoja de metal; pero, el valor en sí de este objeto radica solo en 2 cosas: el hombre que la forja y la mano del que la empuña. Así, pasa en nuestra vida; nuestra existencia es: un arte en movimiento, ya que la técnica para vivir se perfecciona cada día, en cada respiro. Todo depende de 2 cosas: nosotros y nuestras decisiones.
La vida es un arte, no una ciencia. El herrero toma un rectángulo de acero blando, y al rojo vivo lo corta casi en 2 con una cuña; dentro de éste, introduce la barra del acero más duro… y comienza a martillar de forma simétrica y constante, plegando cada vez más el metal: durante horas. Templa la hoja varias veces durante el proceso, verificando la simetría y pulcritud de cada golpe. Una vez obtenida una burda pero simétrica hoja de metal curvado, comienza el verdadero trabajo.
Para afilar una katana se usan piedras de amolar muy particulares, más valiosas que el oro en algunos casos. El forjador se sienta durante días puliendo cada capa del metal con piedras cada vez más finas y duras, hasta transformar ese pedazo de metal en una hoja “perfecta” capaz de cortar en dos un cabello humano, sin esfuerzo alguno. Pero, una vez creada la hoja, se inicia el verdadero arte: crear la tsuka, la tsuba y la saya (empuñadura, guardamano y funda). Algunas piezas tardan meses en ser terminadas, otras, hasta años. Pero el punto de estas palabras no es el sable japonés o katana, sino su forjador.
Cuando estudié la casta samurai, hace muchos años, me llamó la atención su forma de ver la vida. “La vida en un respiro”: sí, como en “El último Samurai”. Causa risa el pensar como un grupo de campesinos, siglos atrás, se dedicaba a perfeccionar su vida con cada respiro. Cultivaban la Ciencia y la Literatura, porque en esencia forjaban el arte de vivir. Siempre recuerdo a la sakura (flor del cerezo), tan imperfecta individualmente; pero tan perfecta en su conjunto.
Al ver todo el proceso de forja, al buscar comprender lo que hay en la mente de cada forjador uno se da cuenta de que no se crea un arma. La espada en sí misma es solo una hoja de metal; pero, el valor en sí de este objeto radica solo en 2 cosas: el hombre que la forja y la mano del que la empuña. Así, pasa en nuestra vida; nuestra existencia es: un arte en movimiento, ya que la técnica para vivir se perfecciona cada día, en cada respiro. Todo depende de 2 cosas: nosotros y nuestras decisiones.
2 comentarios:
Depende de nosotros y de nuestras decisiones. Si fuesemos el sable, la tecnica de formarnos, de moldearnos, nos perfecciona pero pasando por el fuego. Asi que debemos estar felices si nos encontramos en diversas pruebas.
Hola Lil!!!!
Bueno, nuestra vida es el sable: la moldeamos, pese a estar compuesta de diversas cosas. El fuego, son nuestras decisiones, las cuales "martillamos" con la esperanza de hacer lo correcto.
Perosí, la vida nos pone pruebas para que la superemos, sino, cómo crecemos???
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