Las
personas, nacemos siendo la “mitad” de algo, y nos pasamos la vida buscando
nuestra otra mitad. Cuando encontramos a esa otra persona que nos “hechiza” con
su sola mirada, se genera una armonía en el alma; y, el hecho de compartir con
ella cada día, crea un vínculo al cual algunos llamamos: “completitud”. Y les
advierto, que en el sentido literario, el concepto difiere de otras acepciones:
la completitud es, sencillamente, la plenitud del alma… aunque algunos la
llaman por otro termino: felicidad. Pero, son solo conceptos afines… ya
escribiré sobre la diferencia entre ambos.
El amor
no es pura química o biología, se trata de una manifestación diaria de la lucha
por el auto perfeccionamiento, arraigado en el apoyo y el crecimiento emocional
(y por qué no, espiritual) que nos brinda nuestra pareja, familia, amigos o Dios. Siempre lo he dicho: la
mujer, es el mejor “invento” de Dios. Pero, más allá de eso, la vida no se
trata de una constante búsqueda; sino, de lo que conseguimos mientras buscamos.
Y es así, a puro golpe y garrotazo, como vamos aprendiendo a disfrutar de las
cosas en su justa medida. Una caricia, una sonrisa o un beso, pueden parecer
poca cosa; sin embargo, son las pequeñas cosas, las que marcan las grandes
diferencias.
Vivimos
en un mundo del “dame” y “quiero” (dame tal cosa, quiero esto o aquello) y en
lo que uno pestañea, pasa la vida… una vida de consumos y carencias, construida
en base a un modelo “social” de carácter generacional. Y usted, me dirá que qué tiene que ver eso con el
tema…(sonrisa)… ¿qué necesitas para ser feliz? Fama, dinero, suerte, viajar,
etc… parece tonto recalcarlo, pero: la felicidad es un resultado, no una meta.
Solo puedes apreciar este sentimiento mirando hacia atrás (hay gente, que “nunca”
hace eso, por eso, es infeliz). Lo que, me lleva a afirmar que la verdadera felicidad solo se alcanza al compartir lo
que sentimos: sea con tu mujer, con un amigo o hermano, sea con tus padres, con
Dios; o, con la persona más importante de tu vida: tu.
Amar,
es saber que puedes contar con alguien en todo momento, para lo que sea que la
vida te presente. Y, claro está, si no sabes lo que buscas: nunca podrás
encontrarlo. Las sociedades, tratan de imponernos un modelo conductual
sustentado en la supuesta “felicidad” (inalcanzable), lo cual, en la práctica se traduce en
una prolongada infelicidad. Las personas somos felices: aún con hambre,
con frío, con sed, con rabia… (está en nuestra naturaleza); pero, si en verdad quieres ser completamente feliz:
trata de hacer feliz a otra persona. Una persona por vez, y verás que más allá de
lo que te han enseñado e impuesto, el "yo" es solo un concepto circunstancial del
tiempo. Pero, lo que haces con ese tiempo, tiene infinitas repercusiones más
allá de tu presencia. La felicidad está en ti y en todo lo que te rodea (no tienes que salir a buscarla); y, la pregunta es: ¿tienes con quién compartirla?
Cada día, busca una razón por la cual
despertar; un motivo por el cual sonreír; y, algo de ti que puedas dar… la vida es simple; y, en retrospectiva, es lo más increíble que existe… así es que se construye la felicidad. Y la única pregunta que importa es: ¿te
atreves a vivir?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario