11 mar 2013

Pequeñas cosas de cada día.





Para este fin de semana, les había prometido a mi sobrina (10 años) y a su hermano que les daría un fin de semana de película, y por cosas de la vida: se quedaron a dormir en casa. Llevaron sus palomitas y les elegí: “El Origen de los Guardianes”, una película (animada); muy buena, por cierto, ya que está llena de valores, sueños y esperanza.

La cuestión es que la pulga (vive brincando y moviéndose) tenía frío y le busqué una colcha, la senté en un sillón reclinable y solamente la cabeza le quedó fuera (con sus ojitos de peseta). Todo iba bien hasta que salió el malo (el coco) de la película y tuve que darle la explicación (clásica) de convertir lo negativo en positivo, lo oscuro en luz, el mal en bien y los temores en sueños. Por suerte, la trama de la película me ayudo, aunque después ella estaba centrada en el colorido y los poderes de Jack Frost, Santa Claus, el Conejo de Pascua, el Hada de los Dientes y Sandman. (Bueno, y los duendes, los huevitos de pascua, los yetis,etc)

La cuestión era que pasaba de las doce de la medianoche y comencé a ver que mi sobrinita ya se estaba acomodando (del sueño), por lo que la mandé a acostarse (con su hermano dándole cuerda, porque dejamos otra película por la mitad). En fin, cuando me levanté en la mañana, ya ellos estaban levantados (yo, caí como un zapato). Y cuando dije que iría a abrir el portón, la pulga me dijo: “Te acompaño tío, para cuidarte”; y aunque me reí por dentro, le sonreí y le dije vamos. Y es que, al margen de pesar unas 240 libras (Hulk chiquito), poder correr kilómetros y levantar cientos de libras, he aprendido que: en la vida, un poco de ayuda, nunca está demás. Y es que no sabemos de dónde vendrá la ayuda, ni en qué momento la necesitaremos; solo, debemos estar abiertos a recibirla. Las pequeñas cosas de cada día son las que convierten la vida, en algo especial… la niña karateca me recordó eso. Y nada…

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