Siempre he dicho
que “hacerse el loco” es un método infalible en algunas situaciones de la vida.
Te saca de apuros, te libera de responsabilidades, etc. Sin embargo, llega un
momento en un día cualquiera, en el cual te preguntas: ¿Dónde dejé la memoria?
Bueno, debo
especificar que me refiero a una memoria micro SD (para celulares)… al ser tan
pequeña se me “extravió” en la habitación. Me explico, todo el que me conoce
sabe que tengo años buscando una caja de herramientas enorme que me permita
organizar mis herramientas, y que me permita separarlas por trabajo o utilidad.
Y, hace unos meses, mientras acompañaba a mi hermana mayor a comprar un archivo
vertical para sus libros, en una esquina olvidada alcancé a ver algo para mi
desconocido hasta ese día: era un archivo horizontal y tenía 5 compartimientos.
Era viejo, pero estaba hecho de un metal muy resistente, tenía un poco de oxido
superficial… y debía ser mío. En ese preciso momento, fue que mi hermana me
dijo: “Ah, pero eso es un viejo archivador de planos…” yo solo la miré (loco
por decirle unas 50 malas palabras, ya que ella sabe que he explorado cielo y
tierra para buscar solución a mis hierritos) (nota: las herramientas de un
hombre, su mujer y su carro son las tres cosas más sagradas… y no se prestan).
El asunto es que
una caja de herramientas “moderna” y duradera llega a costar fácilmente entre
RD$20,000.00 a RD$80,000.00 (y solo un mecánico especializado o un enfermo
mental pagaría ese precio por algo que no soporta encima ni un taladro de banco).
La cuestión es que me escabullí entre archivos, mesas, escritorios y me pongo a
ver el condenado archivador. Cuando saqué la primera gaveta: fue el cielo
(mucho espacio para llaves cubos, destornilladores, martillos, escorfinas, mechas, alicates, pinzas, prensas, mordazas, gubias, formones, adaptadores,
etc)… y ahí lo supe: había encontrado la mejor caja de herramientas, pero ahora
venían los problemas: debía pesar más de 200 libras y debido a su
tamaño, era difícil de rodar (y no, no trae rueditas… ese es otro proyecto, con
angulares y usarla como mesa de trabajo). Y el precio (risa), lo obtuve por
menos que el valor de un archivito ejecutivo de dos gavetas…. Ja ja ja. Le
dije: “doña, esa cosa no tiene llave (eso
lo arreglé), tiene un oxidado en la base
(superficial, con spray quedo nuevo), tiene
gotas pintura encima (era pintura de agua, se la quité con el dedo)” y lo
que cerró el trato fue: “no sé, qué
persona en su sano juicio comprará esta cosa, es demasiado grande y pesada”…
hasta me ayudaron a cargarlo.
La cuestión es
que necesité el vehículo de mi hermana (utilitario) con los asientos de atrás
acostados, y tres hombres para subirlo. Lo gracioso, es que con la emoción ni
se me ocurrió cómo lo bajaría en la casa (solo). Llegue como un niño a la casa
(juguete nuevo), me puse mis pantalones cortos, un suéter viejo y luego de dos
o tres intentos de hernias, logré bajar mi nueva caja de herramientas. Debo
destacar como dato histórico que para poder entrarla a la casa tuve que sacar
las 5 gavetas y deslizar el chasis sobre una alfombra de pies… Por cierto, en
la última gaveta del lado derecho, atrás, dentro de una cajita de un adaptador
usb/IDE: ahí estaba la memoria micro SD…
necesitaba ponérsela al celular de mi mamá. No perdí la memoria, se
extravió… para eso necesitaba organizar las herramientas. :D
1 comentario:
Waooo!!! Me encanta tu forma de escribir, me transporte, mi imaginacion voló y le di vida en mi mente a tu relato. :)
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