El amor tiene
muchas formas y grados. Técnicamente, no es un sentimiento: es un conjunto de
sentimientos. Y cada Febrero, me propongo un reto: escribirle a este tema
algunas entradas. La razón es simple: por qué no.
Siempre le digo
a las personas que: “si no sabes lo que buscas, jamás podrás encontrarlo”, lo
que aplica al amor. Las personas “persiguen” el amor como si fuera algo que
pudieran encontrar. Un secreto entre nosotros: el amor está allí, está contigo
en cada momento del día y la noche. Está en tu ADN y en tu sinapsis.
Cada cuerpo humano está compuesto por millones de microorganismos trabajando en
sincronía como una unidad; y está claro que, evolucionamos hacia la
circunstancia de ser “una parte” de algo mayor. Hay personas que se incomodan y
dicen que cada ser humano es individual y completo: y lo es, desde el punto de
vista funcional; pero, la relación hombre-mujer, más allá de lo biológico, es
el vínculo que nos trae aquí.
Toda relación de
pareja es similar a una construcción. Sí, se que hay personas que la consideran
un rompecabezas (piezas distintas, para completar). Pero, lo cierto es, que un
día se te cruza por delante una hermosa mujer y, sencillamente, te dices: quiero
pasar mi vida con ella. No tienes la menor idea de quien es ella (en
realidad), eso te lo dirá el tiempo y las circunstancias. Te atrajo, no un
sentimiento o un impulso: te atrajo una necesidad. Y no, no me refiero a
sexo (digo, hay mujeres que te nublan la razón… pero no me desviaré del tema);
es la necesidad de formar parte de algo mayor. Digamos que por capricho del
destino ambos están solteros y dispuestos (cosas distintas) y comienzan a
conocerse. Le aseguro que puede haber verdadero amor antes de ponerse un solo
dedo encima. Hagamos una pausa…
Si vemos el
mundo actual, las mujeres cazan a los hombres… literalmente. Y, en muchas
sociedades “vanguardistas” o “liberales” el papel de la mujer (nuestra
semejante, aclaro) ha perdido una parte de su atractivo: la sutileza, esa reticencia a ser
“conquistada” y que hacía que el “desafío” aflorara las virtudes y defectos de
ambos. En algún punto, una pareja se convirtió en besos y sexo ocasional, hasta llegar al punto de que la relación (casarse) se vuelve: una obligación
social. Si se preguntan el por qué de tantos divorcios, es por la propia
sociedad (en general) que trata de imponer una atadura a un sentimiento que se
asemeja más a un lazo: el amor une, sin
imposiciones. Pero la cuestión es, que ya los sentimientos se han
desvirtuado. Hay mujeres que dicen: “debes luchar por mí”… cuando, la pregunta
correcta es: ¿qué tanto luchas tú por un mejor nosotros? Parece una contradicción, pero...
El amor, es cosa
de dos... hombres y mujeres somos semejantes (en algunos sentidos), pero, somos
polos opuestos de una misma moneda. Y es en ese punto, “la misma moneda” donde quiero enfocar esta entrada. Quiero que
imaginen lo diferente que son dos hermanos, dos amigos, dos enamorados, etc.
Física elemental: Los polos opuestos se atraen… eso, es parte del amor. El
amor, radica en nuestras diferencias. Es lo que nos complementa como
personas. Y usted se dirá que con los años el carácter, las costumbres (mañas)
y los rasgos personales se agudizan… sin embargo, al compartir tu vida con alguien
ambos cambian y se adaptan. Esa, es
una experiencia única en la vida y es la base del amor: compartir y compartirse. Ceder, adaptarse y soportar esas
diferencias en busca de un mejor y más fuerte: nosotros. La verdadera pregunta no es cuánto ceder o qué tanto
soportar esas diferencias. La única pregunta válida es: ¿qué tanto importa el
nosotros? Y ¿qué debemos hacer para mejorar y superar nuestras diferencias?… el
amor es un reto, un desafío. Y, al final, solo puedo asegurar que: si un “nosotros”
nos hace mejores que el “tú y yo”... vale el esfuerzo cultivar ese sentimiento. Y
nada, así comienzo este febrero: mes de amor y amistad.