28 nov 2014

Un Viaje de Diez Metros (Película, 2014).


La única forma de calmar un alma inquieta, es darle a su cerebro más información de la que puede manejar. Digamos, que en el mundo hay dos clases de personas: quienes pagan por una comida terminada (sin preguntarse de dónde salió); y, quienes le ponemos el alma a cualquier cosa que preparemos en una cocina (nosotros mismos). Ambas, son experiencias… aunque muy distintas.

El sabor ácido de una fruta, un toque de especias, el tiempo de cocción… al cocinar: cada detalle, nos lleva a un deseo o a un recuerdo. Dejo a un lado a quienes fotografían un plato, y a quienes buscan wifi al momento de comer. En la cocina tenemos dos experiencias: ensayo y perfección. Combinas eso con un poco de cultura y técnica, y si te atreves a seguir tu propio instinto…serás el mejor cocinero (o la mejor cocinera) que puedas ser. Esta película, nos lleva a un viaje por Mumbai y Francia, por tradición gastronómica, por técnica culinaria; y, lo más importante, nos lleva por la familia: amor, respeto, comprensión. Bueno, y por problemas de frenos, culturales, celos, envidia e intolerancia. Pero, al final, esta película encierra el verdadero tesoro que se esconde detrás de un buen cocinero (o cocinera).  

A veces, en la vida, las personas “prueban” tanto, de tantos lugares, que pierden el gusto por las cosas verdaderamente valiosas. Comer no se trata de cosas “saludables”, ni de probar “cosas nuevas e innovadoras”. Comer, es la culminación del alma del cocinero, no una experiencia personal. Quizás, por eso, la película trata sobre las “estrellas michelín”: un gran honor para un “chef”… Pero, ¿Cuánto valen para un cocinero?

La película “Un Viaje de Diez Metros”, va más allá de una calle que separa dos restaurantes diametralmente opuestos: trata sobre “el camino de la vida”, por decirlo de algún modo. Vemos viudos, jóvenes enamorados, historia familiar, valores culturales, innovación y un cambio por el que en algún momento pasamos o pasaremos en nuestra existencia. Y es que, resulta increíble la diferencia entre cocinar con amor, y cocinar para “vender”… se siente en el sabor, en la textura, en los cortes y en todos esos detalles que más que una experiencia gastronómica nos lleva por esos recuerdos en donde la familia es la mejor escuela para la buena comida.   

Un omelet, es el único examen para juzgar a un chef”… quizás, es cierto. Pero, un cocinero no se limita a recetas, premios o tradición: toma lo que tiene a mano y adapta el plato a su propio gusto. En la cocina, la experiencia de lo más básico es lo que te da la complejidad de un plato; y, eso, solo se logra: perfeccionando la técnica. Y no es cosa de medidas o tiempo… eso, es para la receta (repetir). Se trata de esa experiencia única al experimentar por primera vez, al innovar ese sabor… ese es el recuerdo verdaderamente valioso; y, el principio de esa historia. Recomiendo esta película con un 5 de 5… quizás, porque me gusta mucho cocinar (ja,ja.ja). 

3 comentarios:

Unknown dijo...

me encanto esta publicacion, mil gracias! me hiciste el día! yo tambien adoro cocinar y esta pelicula me cautivo de principio a fin, saludos desde Monterrey México. =)

Fran dijo...

Hola Delia. Bienvenida. Si, es una excelente película, y con muy buenos escenarios e historias entrelazadas.

Unknown dijo...

MUCHAS GRACIAS!, ya tengo tiempo leyendote, me gusta mucho tu blog, escribes muy bonito,

saludos!