Creo que esta es una de
las cuestiones más importantes que nos hacemos a lo largo de la vida. ¿Cómo
hacer que el amor perdure? Lo gracioso, es cómo (muchos) les preguntan a
personas mayores (ancianos) la fórmula secreta de su amor eterno (más de 50
años de matrimonio). Y es gracioso, porque en aquel tiempo, la vida era más
simple: tomabas a alguien que te gustaba, y te disponías a pasar la vida con
esa persona. Si la/lo engañabas; si te divorciabas o si enviudabas: eso, te
marcaba de por vida.
En ese mundo que nos
toca vivir a nosotros, bueno, y a nuestros padres, la gente se casa y se
divorcia como si fuera comprar un par de zapatos (algo natural). Y esto se debe
a que el matrimonio se produce por un embarazo imprevisto, por presión social, o
por ganas de experimentar la vida (independizarse)… todo el mundo habla de
amor; y, casi nadie, sabe de lo que habla. Entonces ¿Cómo hacer que funcione?
Aunque no les guste, la
respuesta es: tiempo. Es lo que se necesita para conocer a alguien a conciencia
(y no solo de corazón: el espejo es otro post), para integrarla a tu familia, y
para hacerla habitual a tu vida. Pero, eso no es ni la mitad. Necesitas
respeto, y con ello no me refiero a no agarrarle el trasero o robarle un beso
sin su permiso; me refiero, a que debes aprender a respetar su espacio y su
individualidad. Todos necesitamos un espacio propio. Por otro lado, debes
aprender a confiar, y con ello no me refiero a descuidar a la pareja (ya cada
problema: es cosa de dos), me refiero a no estar constantemente atento a qué
está haciendo… y aquí, en este punto, a usted que está brincando en su silla, y
diciendo: “pero, por esto es que falló mi matrimonio… confié demasiado, di
demasiado y me engañaron, etc.”. A usted le diría que, le faltó el cuarto
elemento, y quizás, lo más importante del asunto: la simpatía.
Es un poco gracioso
(dentro de lo trágico) decir que dos amigos jamás serán una verdadera pareja,
cuando es todo lo contrario: “Una verdadera pareja la conforman dos amigos: la amiga y el
amigo”. Y no me refiero a una “amistad”, me refiero a que jamás traicionarías
una verdadera amistad… y menos, si hay hijos de por medio. Casi nadie piensa en
el trauma de criarse sin un padre o una madre, y la diferencia que puede marcar
en la vida de una persona a nivel emocional… pregúntenle eso a quien tenga más
de 50 años de casado/a; y le dirá, que parte de sus altibajos como pareja
fueron soportados por su deber frente a sus hijos. Bueno, ahora eso no le
importa a nadie; pero eso, es otro post.
Pocas personas
comprenden que el mayor regalo que le puedes hacerle a alguien es darle tu
tiempo. De ahí que, al respetar su espacio, compartir las cosas simples de la
vida y confiar en que se saldrá adelante (siempre juntos) frente a cualquier
adversidad, lo natural es que surja y crezca el amor. ¿De por vida? En cuestiones de
amor, la vida es atemporal… se vive: día a día. Y, si tienes la dicha de
compartirte así con alguien, tú única preocupación debe ser: “Espero que
vivamos 120 años” (solo la salud). El amor que se construye día a día es muy
difícil de destruir, de ahí su durabilidad.
Y, quizás, deba terminar
el post con esta frase que escribí hace muchos años: “Así nace una amistad, así
surge el amor, y así perdura la vida: de pequeños momentos... que duran para
siempre”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario