La evolución nos ha hecho hombres y mujeres: semejantes; y a la vez, muy distintos. Si uno parte de lo biológico, está lo obvio que nos
enamoramos por un solo motivo: reproducción. Uno elige la mejor candidata y
espera que su retoñito no le salga a la tía “loca” o al tío feo. Uno reza
porque la “calabacita” sea igual o más bella que su madre y tan inteligente
como su padre (al margen de que quiere que nunca crezca y siempre sea su “niña
o niño”. Las parejas,
con el paso de los años literalmente se “fusionan”: intercambian mañas,
costumbres, gustos, etc. Pero, si uno se va al primer día, serían como el Sol y
la Luna. Sin
embargo, hay casos en que dos personas de temperamento similar se atraen, se
aceptan, y pasan su vida: juntos. Pero esa es la excepción, ya que lo que atrae
del sexo opuesto son esas peculiaridades distintas a las nuestras y que se
magnifican con los años a tal punto que las hacemos nuestras. (La media naranja, es otro post).
Los temperamentos opuestos se atraen por ley natural.
No es un capricho ni un invento de laboratorio. Bueno, debo aclarar que (como
he dicho anteriormente) te puedes enamorar de una mujer por su sonrisa, por su
cuerpo, por su alegría, por su mirada (y no solo por su temperamento… ese debes
estudiarlo y adaptarte). Son los pequeños detalles lo que convierten a una
mujer en atractiva. No es su maquillaje, ni su ropa… bueno, si sabe de mecánica… gusta un poco más). Aunque unos shorts y algo de espuma
(lavando el auto) vuelven “loco” a cualquier hombre y se nos "resetea" el cerebro.
Pero, ya en serio, al margen de lo físico, está claro que si tienes
la oportunidad de conocer a alguien "especial", de compartir momentos “especiales”, muchas
veces terminas por enamorarte. Puede ser un segundo, un minuto o toda una vida,
a veces, simplemente sucede. Y ese tipo de enamoramiento se fundamenta más en
la confianza que en lo biológico (claro que será la mujer más hermosa del
mundo, bueno la única mujer en todo el mundo); le confiarás tu vida y la de tus
hijos (no nacidos) sin pensarlo una fracción de segundo… incluso, si se porta
bien, hasta le prestarás el control remoto de la tv (prueba irrefutable de amor... (risa)).
Nos enamoramos, no por que lo queremos o porque lo
necesitamos: nos enamoramos de la armonía que trae consigo ese ser especial que
entra en nuestra vida. Y la verdad, si funciona o no, poco importa, si se hace
todo el esfuerzo por iniciar esa relación de forma duradera. Enamorarse no es
amar, pero es el primer paso de todo, son los cimientos de la relación y la
base de toda historia. ¿Qué sería la vida sin el romance, las
ilusiones y el amor? Bueno: aburrida.
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