Parece solo ayer
cuando para poder ir al gimnasio pasaba tranquilamente (a pie) la Av. 27 de Febrero, esquivando solo
a algún loco al volante que doblaba en “U”; o, alguien que desde el tercer
carril de la derecha (en sentido Este-Oeste) quería doblar hacia la Av. Presidente Antonio Guzmán Fernández (conocida
como la Av. Privada )
ubicada a la izquierda; la cual, por cierto, solo consta de dos carriles en
cada sentido.
Recuerdo que
cuando se anunció la construcción de este paso a desnivel (meses atrás) solo me
pregunté: “¿Cómo voy a llegar al Gym?”; ya que, dada la longitud de la obra, debía caminar al menos 300
metros extras a la derecha o a la izquierda para pasar
al otro lado. Pero, debo reconocer que pensaron en las personas y al cerrar el
“cruce” de vehículos, nos dejaron un pasillo a los peatones (incomodo, en cierto sentido, ya que evitaban el paso de motocicletas). Fue un poco preocupante luego
de que las excavadoras comenzaron a perforar debajo de dicho “puente” (peatonal)
y uno caminaba a unos tres pisos de altura sobre una estructura “aérea”
construida sobre dos vigas de metal y revestida de tablones de madera; o, de madera
comprimida (según avanzaban los trabajos) que se tambaleaban como el piso del
Salón de la Corte Civil
del Distrito Nacional (con los años uno se acostumbra a la oscilación del
suelo). En fin, este paso peatonal cambió de lugar unas tres veces según fue
avanzando la obra. Supervisada muchas veces (90% del tiempo) por la AMET (Autoridad Metropolitana
del Transporte) quienes nos cedían el paso a los peatones, salvo sus respectivos
pleitos con guagueros o chóferes de carros públicos que interrumpían el tránsito (descuidaban a los peatones). En esos caso, había que dar un salto de fe... y correr como loco, para poder
cruzar “vivo”.
Hoy en día, la
obra ha agilizado el tránsito de la 27 de Febrero hacia la plazoleta de la
bandera. Sin embargo, hay salvajes que ocupan el “retorno” (carril izquierdo) en
vez de tomar el carril derecho para permitir un mejor flujo de los vehículos. Nota:
Deberían poner un oficial de la
AMET que obligara a todo conductor que ocupe el retorno a
devolverse, aún éste desee continuar en vía oeste-este por la 27: para que aprenda. Sin embargo,
el motivo de este post no es la obra en sí, sino un efecto secundario: Los semáforos
tienen una duración superior a los 90 segundos (llegando a 120, creo); por lo
que, los vehículos que van a girar a la izquierda se acumulan en un tramo considerable.
De ahí que, todo peatón que va por la margen “Norte” de la Av. 27 de febrero esquina
privada, ahora se ve afectado de una mayor contaminación por Co2; algo que las
autoridades deberían considerar es dar su “chequeo” de las emisiones en dicho
lugar y/o reducir el tiempo del semáforo (para mejorar la calidad del aire); esto, sin contar de que ahora, uno debe
pasar la 27 corriendo como un loco en sentido sur-norte y viceversa para no
desperdiciar minutos de su vida… esperando a que cambie el semáforo nuevamente a rojo, para poder cruzar. Solo espero
que mis pulmones se adapten a la contaminación “extra” para poder llegar al gimnasio a ejercitarme... algo irónico.
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