17 feb 2012

Por las Calles de Nuestra Ilusión.


La lluvia pasajera inunda la frívola noche, mientras que el recuerdo trae consigo este momento perpetuo. No hay nada de razón en los sentimientos, al momento de que nace esta sublime alegría. ¿Qué sería de nosotros sin la ilusión?

La tempestad de la vida, no es más que un espejismo. Cuando un simple hombre, ve a una maravillosa mujer: nace un amor. ¿Irreal? Quizás, ¿Pasajero? Tal vez, ¿Absurdo? Jamás. El amor no es algo de un momento, pero se construye con pequeños e invaluables “momentos”; aunque, a veces, necesita de algún que otro empujoncito. Nuestra forma de vivir, percibir y expresar el amor cambia cada día, a lo largo de nuestra vida; y la ilusión, es la base de todo este entramado.

Cuando niños, solo necesitamos de una sonrisa para enamorarnos (nada mas importa); cuando somos adolescentes, buscamos esa belleza superficial que nos atrae del sexo opuesto; cuando somos jóvenes, a pesar de la incidencia biológica, empezamos a comprender la cuestión de la imperfección humana (carácter); cuando somos adultos, somos casi igual de estúpidos que cuando éramos jóvenes, salvo que la experiencia pesa más que la esperanza; y, cuando llegas a “maduro” (… aún me falta esta partecita de la vida, pero no puedo escribir desde la tumba), esa “vieja”, aquella que has querido “ajorcar” un par de veces a lo largo de los años: la sigues viendo con los mismos ojos que la viste el primer día.

El amor no tiene tiempo, no se evapora, ni se extingue. No cambia en lo más mínimo: los que cambiamos somos nosotros, las personas. Cambia nuestra ilusión, y cambia nuestra forma de ver y palpar el mundo. De ahí que me refiera a las “calles” de la ilusión, ya que toda esa experiencia adquirida con el paso del tiempo (y que nunca cambiará) se cruza ante ti, y determina innegablemente tus sentimientos. Sin embargo, puedes encontrar un nuevo sentido a la vida, sencillamente, saliendo a caminar bajo la lluvia (sal de la rutina). Solo deja que la ilusión haga su trabajo. Verás, que cada momento trae consigo tantas oportunidades, como gotas de lluvia caen del cielo. Sin importar el tiempo, el lugar o la distancia, todos sentimos lo mismo.

Bajo una lluvia incesante de experiencia y recuerdos, solo hay que tener una colorida “sombrilla” (un poco de alegría) y un pequeño corazón (algo que ofrecer) para seguir adelante... por las calles de nuestra ilusión. Por cierto, solo hace falta una pequeña sonrisa, para encontrar un gran amor.

1 comentario:

jo dijo...

Mucha Belleza en tu relato! Mucha experiencia en tu ilusión! Muchas docencia en tus palabras.

Gracias JMV