El amor es un lazo, no una atadura. El lazo une las
almas, los cuerpos, la vida, las cosas; la atadura es, una imposición
involuntaria. El lazo, conlleva cariño, dedicación, alegría, esperanza,
respeto; la atadura, solo busca unir a la fuerza dos cosas. El lazo es la
fuente del verdadero compromiso, con uno mismo y con los demás.
Un escritor español llamado Alex Rovira escribió: “En la vida perderemos a los seres amados
cuando nos toque y como nos toque; llegará inesperadamente la enfermedad o la
crisis, incluso la desgracia trágica e irreversible. Pero, siempre tenemos la opción de poner
belleza donde no hay belleza, conciencia donde no hay conciencia, amor donde no
hay amor. La vida será lo que hagamos de ella. La vida tendrá lo
que pongamos en ella”.
En este mundo vacío, donde las personas ven solo lo
negativo de los demás, debemos poner un alto en el camino y reflexionar sobre
lo más elemental: vivir es en sí un milagro. De ahí, parte todo lo demás.
Debemos abrazar lo bueno y desechar lo malo. La vida, la forma en que vives, es
perfecta tal cual es. Sin embargo, si algo quieres cambiar de ella hoy, mañana
o en el futuro: solo tienes que desear hacerlo. Nosotros hacemos de esta vida, lo que es: un milagro, en cada amanecer. Somos nosotros quienes movemos las fichas de este ajedrez existencial… y el destino, es solo una excusa de los que temen vivir. Lo importante no es el final del camino (destino), sino lo que hacemos... hasta llegar ahí.
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