Ese día, algo perdida, ella entró a mi vida.
Te fuiste de viaje a algún lugar.
De alguna forma, ella se apoderó de mi vida.
Y casi siempre, estaba conmigo, sin importar el lugar.
Debo confesarte que era
infalible por las noches;
Y que con cada día, su apetito crecía más.
No había un
momento en que no me tocara,
Y para el fin de semana, ni me podía levantar.
Así
pasaron estos días, amada mía,
En tu ausencia, y, sin nada más que agregar.
Por cierto, hasta creo que la conoces,
A ella, le llaman... la soledad.
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