Enamorar a una mujer, es todo un arte. A veces, con un KFC (pollo
frito), o un “Qué lo que menol” (más si pasa de los 30’s) basta. En otras,
necesitará un curso avanzado de astrofísica para calcular su trayectoria en
cada salida sin una colisión inminente. Fuera de eso, si una mujer lo asusta o
lo impresiona: imagínela estreñida y cómo pondría la cara en el baño (recuerde,
somos seres humanos: todos vamos al baño; sí, incluso, su angelito… eso es
ciencia, funciona). Ahora bien, si usted ha sentido esas maripositas en el
estómago antes de una cita, pregúntese: ¿Cuándo fue la última vez que comí? (O,
quizás se esté volviendo intolerante a la lactosa) Razone, por 5 segundos: ¿Va
a pasar el resto de su vida con ella y no puede decirle que se le corrió el maquillaje y que parece un Picasso?
Suponga que algo de usted le atrae a esa mujer (locos hay por todas
partes… y no se ría) y por cosas de la vida,
terminan saliendo en una cita. No lo niegue, en su mente ha estudiado cerca de
90 posibles escenarios, que van desde un encuentro con una “conocida” (mala
suerte), hasta un cataclismo de proporciones épicas (alguien debe repoblar la
Tierra: usted… con ella). Sexo y comida… olvide eso, y piense en Fallout 3
(PS3) nivel 30 en modo duro, sin municiones (si pestañeas pierdes). Recuerde
que está frente a un ser humano, y no frente a una “empanadita” (no se la coma
con la mirada, y mírela a los ojos… freco)
Ahora bien, si ella salió con usted, algo de usted debe saber (hasta
cuántos empastes tiene y si tiene alguna novia de infancia en un radio de 10 kilómetros de su
casa), así que no tiene que esforzarse por hablar de su éxito, su vehículo y
las miserables 100 libras
que levanta en el gimnasio. DÉJELA QUE HABLE… la mujer es un animalito que le
gusta expresarse (aún de lo que no sabe) con tal de llamar la atención. Asienta
con la cabeza y pregunte si ella desea algo. De ser posible, trate de tomar sus
manos; y, si se suelta, es una señal que indica dos cosas: 1) no había nadie
más que quisiera salir con ella, solo usted: su AMIGO; o, 2) ella sabe cosa de
usted que ni usted mismo sabe, y se evita un problema. En fin, si se ríe todo
el tiempo: debe tener un ataque de histeria y quiere salir huyendo; o, usted la
hace reír (nota: de forma disimulada, revise sus dientes; no vaya a ser que le
quedó un pedazo de algo... y se parece a la chilindrina).
Ya en serio, sea usted mismo. Hable de la ayuda humanitaria y de sus viajes a la ISS; perdón, del frío de anoche y del apagón del domingo… cuando
viene a ver, hasta lo abraza y le invita a revisar el inversor de su casa. Por
cierto, siempre pregúntele si tiene mascotas: no es lo mismo una mordida de un
Shih Tzu que de un pitbull… hay perros celosos. La cuestión elemental, es que
las cosas suceden: dos personas diametralmente opuestas, con gustos e ideas distintos
pueden terminar juntas. Así que, si esos casos se dan en la vida: ¿Por qué cada
persona no puede tener su verdadera historia de amor?
Enamorarse, no es, casi en nada, parecido al amor. Sin embargo, terminamos
enamorándonos cada día de la mujer que amamos; aquella, que está a nuestro lado
sin importar las circunstancias y que nos apoya y corrige como una forma de
crecer JUNTOS. ¿Quién diría que podrían pasar toda una vida juntos? En eso,
enamorarse se parece al amor: haces, lo mejor para ella; aunque, no seas tú.
P.d. Cuidado si te electrocutas, no prives en mecánico y nada de
revisar techos. En ese caso, ella no necesita un novio que la ayude: necesita mudarse y cambiar el carro
(jajaja).
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