29 mar 2020

¿Al supermercado?


Bueno, hoy me tocó salir por segunda vez al supermercado en medio de la cuarentena. El otro domingo fui a comprar algunas cosas, y encontré solo a unas 15 personas dentro del local. Hoy, la historia fue totalmente distinta: 30 minutos de espera en fila (a 2 metros de los demás) para entrar. Entrada de 10 en 10 (personas); y, ya dentro, todo “normal”; es decir, si alguien tose o estornuda: corre. Anda rápido, busca lo necesario, compra algún capricho y sal.

Le apuesto a que leyó todo, menos lo más importante: el capricho. Sí, parece psicología barata (condicionamiento respondiente); sin embargo, la mente valora las pequeñas cosas. Me explico: en medio del Apocalipsis zombie (bueno, sin zombies…) usted desinfecta todo su vehículo y lo prepara para la valiosa carga (compra del súper). Se prepara desde el día anterior con todo lo necesario para sobrevivir al contacto exterior: guantes, mascarilla, ropa que cubra su cuerpo y muuucho alcohol isopropílico, mezclado con agua en un spray. Ese spray, es mi Wilson (hahaha, como en El Naufrago, Castaway). Lista en mano y semi-cubierto (lo de los lentes, es neurótico… bueno, vi una pareja con  traje DuPont y careta de pintura automotriz… debe servir); en fin, en tu casa te despiden como si fueras a la Luna en un cohete hecho con latas de aceite y carburo… explota, como sea. Pero, ya en serio, te pones tu ropa y sales con la Gracia de Dios... mas yo, que dejé el celular en casa (no quería tener que desinfectarlo, por todos los protectores que debía quitarle). 

Llegué a la tienda a los 5 minutos del horario de apertura, y me encontré con 13 personas… afuera, haciendo fila. Y nada, tomé mi carrito de supermercado y esperé… sin celular, loco por rascarme la nariz y sin querer quitarme la mascarilla (para no tocarla). Pensé en llevarme la mascarilla de gas, pero esa no filtra exhalaciones (función de la mascarilla desechable: no afectar a otros). Y, dado que mi grado de psicosis es “casi” nulo: me fui con la desechable. En resumen, manejar con guantes, tocar el teléfono con guantes (antes de salir, sin contar que no funciona el lector de huella dactilar), y tocar carnes es: un condenado desastre. Se hace necesario un mero capricho, para compensar toda la incomodidad.

Es decir, el hecho de tener que “desinfectar” toda tu compra por precaución (cuidando a la familia), el hecho de tener que desinfectar el vehículo (todo lo que uno toca… y dejarlo en el Sol… por si acaso), amerita algo que le saque a uno una sonrisa en medio de todo este desastre (capricho alimentario: cualquier disparate). Salir por necesidad (alimento), es algo tortuoso en sí; sin embargo, asegurarte de que un simple virus gripal no entre a tu casa con una compra manipulada por terceros (empaquetador, cajera, etc.), es lo verdaderamente tedioso. Bueno, “Wilson” me ayuda a desinfectar, prueba de ello es el cambio de color de los guantes al tocar adn (carnes)... creo que excedí la mezcla de alcohol. Espero no tener que volver a salir pronto; pero, creo que este “modo de vida” durará meses… y nada, no está demás ser cuidadoso: lavé toda mi ropa y mis zapatos al llegar. Hasta los recibos de pago los saqué al Sol (no les podía rociar alcohol; al dinero de la devuelta: SI). Y nada, hay que mantener el sentido del humor y la esperanza frente a toda adversidad… que Dios nos proteja.

P.d. Necesito comprar más alcohol... isopropílico, mal pensado/a, no es para tomar. Esa aventura, será en la Farmacia... bueno, si compro mucho, quizás, lo traen a domicilio (loco explorador lunar: sonriendo).        

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