19 feb 2016

Cuestiones de amor: ¿Dejar ir?.



Siempre hay que agradecer a Dios por las personas que cruzan nuestro camino. Para bien o para mal, toman algo de nosotros y nosotros tomamos algo de ellas. Algo se aprende, algo se olvida. La vida, debe ser vista como una estación de tren (no como un tren); en donde, a veces, solo a veces… esperamos. Esperamos una señal, esperamos un cambio, esperamos algo que: no llega. La idea se aplica a un sin fin de situaciones de la vida. Sin embargo, hay momentos de la vida en los que la espera se convierte en una “bola de nieve” que rueda en una colina: con cada segundo “crece” de forma desmesurada, destruyendo todo a su paso. Extrapolando el ejemplo a las cuestiones del amor… de eso, es que quiero escribir.

Los hombres, nos enamoramos de una mujer en una fracción de segundo. Sin conocerla, sin hablarle, etc.; eso, es pura atracción física; aunque los gestos, también enamoran. Pero ese, no es nuestro punto. Muchas personas me escriben sobre un aspecto repetitivo: lo dan todo en una relación, y no funciona. Bueno, mis elementos serían: tiempo, edad, cultura. ¿Por qué el tiempo antes que la edad? Recuerde que la vida se marca en nosotros por “momentos” (buenos o malos). Y algo que siempre he criticado de amigos/as es que consideran que una relación se calcula en días, meses o años (sin contar: en hijos). Yo pensaba así, hasta que hace unos años me tocó ver a amigos, hombres y mujeres cuyas relaciones de años y de varios hijos: se terminaban. Nuestro mayor mal social, en la actualidad, es que si algo se rompe: lo botas. Casi nadie se toma el tiempo de examinar su relación, corregir sus debilidades, reavivar la llama, etc. Técnicamente, muchas parejas sobreviven al amor solo por sus hijos o por apariencia social.

Tiempo, algo que nunca nos sobra. Algo que no existe; pero, que jamás retrocede. Un tiempo, una vida. Nuestro tiempo (compartido con alguien), es el mayor regalo que le podemos dar. Si necesita viaje, joyas o dinero… algo no está bien. Y no me malinterprete, no me refiero a cuestiones económicas de la pareja, o regalos, o esos viajes que tanto sacrificio nos dan: me refiero al punto en que esas cosas se vuelven una “recompensa” por haber “metido la pata”. En esencia, una relación de un día o 50 años: su pareja no es un “objeto” suyo. Sigue siendo, la misma persona (libre y plena)… lo que me lleva a la edad.

La edad… mientras más maduramos, más inmaduros somos. No, no es broma. Si recuerda su primer amor (amor inocente), dudo que tenga algún recuerdo negativo. Cuando fue adolescente, hasta si le miraban la muchacha, ya estaba usted sospechando; en su juventud, aprendió a conocer a la persona detrás del cuerpo; al entrar en edad, con los hijos o los años de relación, aprendió que la vida tenía muchas cosas desconocidas y caminos por recorrer; y, ya en la “maduritud” (nada de ancianos): bueno, a esa parte aún no he llegado; pero, no hay nada más mañoso y desconfiado que una persona de “edad”. ¿Por qué? No es nada sencillo ver que las cosas que viviste son historia; que las cosas que hacías, ya no se hacen; que los lugares que visitaste, no están; y que, aquellos/as que compartieron tu vida: ya no están.

A veces, siento la rabia de muchos hombres y mujeres en sus comentarios… nadie está obligado a amarlo/a; a quererlo/a; y, ni siquiera, a dirigirle la palabra. Las personas no son nuestra “propiedad” (por tiempo o dinero invertido). De ahí que la edad sea un factor primordial: con los años, aprendemos eso. Y no se tata de nada cultural o social (machismo, o feminismo). Sencillamente, en este mundo buscas relaciones que te llenen como persona; relaciones que generen un reto o desafío. Y, muchas veces, cuando conoces a alguien, en poco tiempo sabes que: no es para ti. Podrá ser la persona más maravillosa del mundo, la más pura y santa del Universo… pero, como siempre he dicho: el amor no es complicado, complicadas somos las personas. A veces, es mejor esperar otro tren, y desearle lo mejor, para todo su camino.

Sobre la cultura, no me refiero al concepto de conocimiento, o saber; sino, a la cultura vista como los valores que tenemos y en qué creemos). Hay parejas (o ex amigos/as), que si se ven en la calle: hasta cruzan, por no dirigirle la palabra a la otra persona. Eso, es de salvajes (a mí me encanta bromear sobre ello), pero es una salvajada infantil de niños de primaria. Si usted tuvo la dicha o desdicha de compartir con una persona un tiempo cualquiera ¿Por qué ignorarla? Madure y afronte sus circunstancias. Hay ex esposos que hasta orden de restricción se ponen o a algunos de sus hijos, mientras que otros: se turnan por llevar a los niños a la escuela. Misma sociedad, misma educación; pero, diferentes valores. Sí, se que debe ser un desastre ver desboronarse una relación de años y años (hijos, familia, amigos, sociedad) y que debe doler como el demonio. Pero, ¿Acaso esa persona y usted no tienen el derecho de vivir una vida PLENA?

Hay gente que ni por la iglesia se casa, por aquello de que “Hasta que la muerte los separe” parece un calvario. "Calvario" es ver esos actos de separación de bienes colgando en los tribunales (y mal hechos). ¿Dónde quedó la confianza? ¿Dónde quedó el compromiso? ¿Acaso sabe usted lo que es el AMOR? Bueno, nada tiene que ver con películas románticas, libros de auto ayuda o pasión. El amor es lo que queda, cuando no hay nada más. Si usted comprende esa frase, sabrá que si alguien no quiere estar a su lado: tiene toda la libertad de seguir su propio camino. Haga lo mismo, mujeres de todo tipo es lo que más hay en el mundo. Salga, enamórese, meta la pata cuantas veces pueda… y en esencia, ame a su mujer: como si no hubiera otra más en el mundo. No es una fórmula, es solo un detalle; el cual, en el momento exacto, marcará toda la diferencia.

Y nada, dejar ir, no significa crecer, madurar o liberarse. Solo significa que, usted, tiene de vuelta las riendas de su vida. Que ha decidido seguir adelante, y montarse en otro tren… al fin y al cabo, de trenes (lugares, personas): está hecha la vida; y todos/as debemos luchar por nuestra plenitud existencial. No se trata de cuantos lugares visitemos o de cuánta riqueza acumulemos; sino, de cuántas personas conocimos y con cuántas personas compartimos este tiempo al cual llamamos VIDA.    

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