Me encanta
cuando llueve. La lluvia es una de esas cosas que olvidamos al crecer; ya que,
si bien es algo “común”, es un verdadero milagro. Olvide lo de la condensación
y las partículas de arena (ciencia absurda). Cuando esas gotas de agua caen del
cielo al suelo, traen consigo el verdadero milagro de la vida. Y lo interesante
de todo es, que ni el agua, ni las nubes están “vivas”, son meros caprichos de
una atmósfera dinámica y una simple corriente de viento. Sin embargo, “nosotros”
(seres vivos) estamos vivos, gracias a ella.
En poesía, yo
diría: “Si la tormenta de tu mirada, me
hiciera naufragar en el mar de tus labios; sabrías, que eres el lugar perfecto, donde quisiera encallar; y, si el viento de mis caricias sonrojaran
tus mejillas, en estas gotas de lluvia… me podrías encontrar”. Así de noble
es la lluvia, aquella que muchas veces, pasamos por alto; y, que sin embargo, trae en
sí misma la ciencia (naturaleza) y el arte (humanidad).
P.d. Alguien no
va a tener que regar las plantas mañana (yo). Y por cierto, no me plagien el verso... aún lo estoy trabajando, con la musa :D
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