Soy jardinero
desde que tengo uso de razón: me gusta multiplicar cosas y jugar con agua. Siempre jugué con la tierra en el patio de mi
casa… así, descubrí que todas las pirámides (sin importar las culturas) se
parecen porque, básicamente, son un puño de arena puesto en el suelo (montañita, efecto de la gravedad).
Y no, la Revista Science no me dará los créditos, ni Harvard un doctorado honorífico,
porque las teorías conspirativas de que la humanidad se ha extinto varias veces
y que un culto ancestral dirige nuestro destino más allá de los tiempos, es más
interesante y vende más que la explicación de que todos los niños(as) jugamos
con tierra y hacemos montañitas.
Fuera de ello, y
en medio de este Apocalipsis zombie (sin zombies, pero novelístico) me he
entretenido sembrando y trasplantando algunas plantas en el patio. Tengo unas semillas que
saqué de uno de los pimientos morrones que compré en el supermercado. Ya las primeras 5 plantas tienen
sus ajicitos de una pulgada y las otras matitas repollaron como 20: primero 7 y
luego otras. Esas, debo esperar para trasplantarlas. Necesito tomar el pico para
transplantar las cayenas y las trinitarias. Algunas plantas se secaron con la
sequía de los meses anteriores y las reproduje por estacas. Por cierto, mi teoría
del “bonsai” funcionó: logré “prender” un ramo grueso de trinitaria que tenía
forma de bonsai: hasta florecido está el condenadito.
Si, hay muchos
problemas en el mundo; sin embargo, en el mío está el de cortar la grama del
patio, podar los arbustos y tumbar los mangos. ¿Quién dice que estar encerrado
es aburrido, si haces cosas productivas? Ahora que lo pienso, los ruiseñores tienen huevos o polluelos en el pino: cortar la grama, va a ser complicado, esos padres son… temperamentales. Y nada,
Lunes Santo… debo afilar las cuchillas de la podadora, cambiar algunas orquídeas,
tratar de revivir unas bromelias enanas, enderezar los “cuernos de venado” y
como mil cosas más. Por cierto, ya mezclé tierra roja, tierra negra y abono orgánico de oveja (excremento): eso, es jugar con la tierra... hahaha.
P.d. Convertir una ramita de romero de 4 pulgadas en una planta de más de un metro; bueno, lo he hecho 2 veces, así que, debe ser algo común. Eso, y los cientos de ají gustosos, el orégano y las cuchucientas matitas de orquídeas y ornamentales. Es un extraño pasatiempos; pero, es mejor que quejarme por estar encerrado :)
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