Mire, no todo en la vida es risa y alegría. Hay cosas
serias; solo que, ahora mismo: no vienen al caso. La cuestión es, que hoy
estaba viendo una discusión sobre si la orca que dice: “hello” (O, quizás, es
“g.e.l.o.u.”; o sea: “grandísimo energúmeno lánzame otra unidad” (de comida,
claro… así las entrenan, por unidades (condicionamiento respondiente)) es una
comunicación “inteligente”, o solo un sonido aprendido. Es un simple sonido
aprendido, sin quitarle méritos al mamífero asesino que caza en manada a otras ballenas, y destruye barcos. Sin embargo, me recordó
una experiencia que tuve hace muchos años:
Un día, mi papá y yo, fuimos a la finca de un amigo de
él, a ver una siembra y a buscar unos mangos. Como estaba en la sombra, bajé el
vidrio y me puse a escuchar un “cassette” (Dr. Alban, It’s my life… así de bueno
fue el susto). En eso, llegó el encargado de la finca como con 5 perros
(caninus viralatensis); y por la música, comenzaron a ladrar. Apagué el radio, y
solo uno se quedó observándome en silencio y moviendo la cola. Abro la puerta
para desmontarme, y en medio del silencio del campo, el perrito amistoso, abre
su hocico y solo escuche: Ahuuua…ahuaaa…tuaaa; por mi santa madre, que ese
sonido parecía salido del Exorcista o de una de esas película de terror que
solo se pueden ver de día, y con un bate en la mano. Creo que es la única vez en
mi vida que di un paso atrás, y me quedé dentro del vehículo (hahahaha) hasta
que el perro ya no me “hablara” (hahaha… tenía como 13 años y en el colegio
(católico) nos hablaban en esa misma semana de los mensajes “ocultos” en la
música de “moda”).
Volviendo al perro, me dije: ¿El perro acaba de
hablarme? Eso no sonó: “Hau Hau”. Así pasaron unos segundos y, medio pálido y
deseoso de un gran crucifijo y un par de galones de agua bendita, veo que se
acerca el encargado de la finca; y, con la poca voz que me quedaba, le digo: “Ese perro... me hablo”; y el hombre, sin motivo aparente comienza a reírse; y, me dice: “ese
perro es mudo desde que nació, y hace unos sonidos rarísimos cuando intenta
ladrar; ese, es un freco” (hahaha); y yo, que pensaba que era algo del “más allá”.
La moraleja es, que: “Perro mudo que ladra,
te da un susto de muerte”; si muerde o no, solo lo sabrá Dios… primero, hay que
recuperarse del susto. Pero, en esencia, cada sonido comunica: lo que
hay es, que saber interpretarlo.
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