19 abr 2018

@hakan.yuksel


Hoy viajamos hasta la ciudad de Esmirna (Izmir), la perla del Egeo, Turquía. De ahí, es el instagramer @hakan.yuksel; y, nuestra hermosa modelo, quien deleita este post con su imagen natural, por el camino de la vida (tren). En este día, de toda su galería con paisajes, personas, animales, luces y sombras: elegí este retrato. ¿Por qué? Porque aquellos que no tenemos un “rostro” en la web, sabemos lo importante que es “personalizar” las palabras, para establecer una comunicación, o transmitir una idea. Algunos bloggers solo somos palabras innominadas (anónimos), diseñadas para ser compartidas con la simple causalidad del destino (otros blogueros/as, lectores esporádicos, desconocidos, etc.).

Escribimos, porque nos gusta lo que hacemos. Llámelo desahogo, entretenimiento o, vicio “saludable”… Blogger, no es una red social, a diferencia de Instagram; es, una comunidad de escritores; y, escribimos de lo cotidiano: solo eso. Si a una persona le sirven las palabras, excelente; sino: opine, comente, debata… exprésese. Y no necesitará un “rostro” para hacer bien las cosas. Esto nos trae al punto de hoy: la persona humana.

¿Somos desconocidos, por no tener un “rostro”, o por tener un lenguaje, una cultura, una ideología política, o una religión… distinta? No. Compartimos un arte gráfico (escritura o imágenes) que rompe cualquier esquema social y temporal. Conocemos el sentimiento, sin importar el lugar o el tiempo. Eso, nos hace humanos, más allá de nuestro genoma.

En medio de la Guerra, puedes encontrar una imagen de un retoño entre las ruinas (esperanza); en un largo viaje (como en nuestra imagen de arriba) puedes “ver” el amor, aunque ninguno de los dos, lo sepa. Puedes estar en la ISS y escribir un poema sobre una mujer que nunca has visto en tu vida… y, todos nosotros: compartimos eso, sin importar el lugar o el momento. Eso, nos hace conocidos; no por ser amigos, o por compartir una nacionalidad, religión o lenguaje. Compartimos nuestro arte, de forma diversa; y, a la vez, es lo mismo: proyectamos una parte de lo que somos en lo que hacemos y eso nos hace mejores personas; por el simple hecho de que, al dar algo de ti: recibes algo a cambio. Una palabra, una sonrisa, un silencio, una reflexión… a mí, me gustaría saber en qué pensaba ella, cuando le tomaron la foto; y qué, quería plasmar el fotógrafo con el retrato.

Podría preguntárselo; pero, el arte no existe para cuestionarnos; sino, para deleitarnos. No importa la respuesta, es la pureza del arte en sí: el artista y su musa. Las circunstancias, son irrelevantes. De ahí que, no importa el rostro, el lenguaje, la nacionalidad o la religión: es el mismo sentimiento que todos conocemos, y que hemos vivido. Esa, es la esencia del arte y las palabras: alteran todo un mundo, en un solo segundo. Solo somos personas, viviendo nuestra vida... y eso, puede cambiar al mundo.

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